La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ni nueva, ni normal

'Nueva normalidad' es uno de esos lemas imbéciles que con tanto éxito lanza Sánchez a sus fans

Mientras avanzamos en lo que el Gobierno llama nueva normalidad los farmacéuticos alertan de que no hay capacidad industrial para fabricar la vacuna del coronavirus. Nueva normalidad es uno de esos lemas imbéciles que con tanto éxito entre sus fans lanza Sánchez como quien echa grano a gallinas vestidas con camisetas de Simón. La normalidad sólo regresará cuando la vacuna neutralice este virus. Con aforos limitados, distanciamientos y mascarillas no hay normalidad que valga, ni nueva ni vieja. De ser cierto que vivimos una nueva normalidad se daría la circunstancia horrorosa de que las actuales limitaciones, distanciamientos y mascarillas serían lo habitual y ordinario en vez de lo excepcional y transitorio.

Al Churchill ahora denostado por los fanáticos de la corrección política (¡qué vergüenza que su estatua en Londres tenga que ser protegida de quienes por lo visto hubieran preferido que el nazi duque de Windsor entregara Inglaterra a los nazis!) no se le habría ocurrido anunciar una nueva normalidad a los ingleses que durante cinco años soportaron los ataques alemanes. La heroica lucha del pueblo inglés por mantener en lo posible la vida cotidiana bajo los bombardeos -el té de las 5 tomado en los refugios, representado en el monumento a la resistencia británica del Victoria Embankment- no era una nueva normalidad. Sólo cuando cayó Alemania regresó la auténtica y única normalidad.

Esto no es una guerra, por mucho que se haya utilizado un léxico bélico para referirse a la pandemia. No se trata de humanos contra humanos sino de un bicho contra los humanos. Se ha muerto y se muere en todo el mundo en los hospitales, las residencias de ancianos, las casas y las calles, no en el frente ni bajo las bombas. Habrá curación, no victoria. Y ésta la hará posible una vacuna, no las estrategias ni las armas. A lo que nos enfrentamos es a otro de los incesantes esfuerzos de la naturaleza por matarnos: un bicho microscópico que saltó de un animal a un humano y gracias a la actual movilidad en brevísimo tiempo infectó a millones de personas en todo el mundo matando hasta hoy a casi medio millón.

No hay nueva normalidad que valga hasta que regrese la única y verdadera normalidad. Y esto solo sucederá cuando se pueda matar al bicho o tratar los efectos de su acción. Con la protesta, supongo, de los antivacuna, esos amigos de los bichitos invisibles que matan.

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