Nos saturamos, nos cansamos y nos aburrimos. Desconectamos la tensión y la atención ante hechos o datos persistentes. El volcán de La Palma sigue vivo pero ya no nos paralizan las imágenes, por muy espectaculares que sean y por muy demoledor que para los vecinos resulte el fenómeno. Hace meses que los datos del covid suenan a letanía, a música de fondo y hemos obviado ya el baremo de contagios. Somos poco constantes, no mantenemos ni la curiosidad ni el interés, nos hartamos. Todo, por muy espectacular o bochornoso que sea, deja de ser noticiable

En la era del periodismo de papel se decía que el periódico de hoy, es el envoltorio del fish and chips de mañana. Pocas noticias perduran. De manera vertiginosa dedicamos nuestra atención a asuntos que, por muy graves, importantes o trascendentes que puedan ser, dos días después no importan a nadie. Y quizá ahí radique parte del triunfo del mal, la permisibilidad de actitudes condenables y la sensación del reproche pasajero. Quien es capaz de aguantar el tirón, permanece sin castigo y sin más recriminación ni pena que un par de días incómodos. Puede pensarse que esos dos días incómodos son suficiente castigo y, posiblemente sea así para el común de los mortales. Porque el pudor, la compostura y la honra pueden estar, en el mejor de los casos, a la cabeza de los valores de unos cuantos. Sin embargo, está claro que para algunos, para muchos algunos, es un peaje asumible, si ello supone seguir en el carguito, con despacho, poder y sueldo oficial.

Hace unos meses vimos dimitir por aquí cerca a alguna concejala por una cuestión de compatibilidades. Aquello, no estaba bien. Como la afectada, intuyo, pertenece a la categoría de las personas normales, aunque no debió serle fácil, finalmente, decidió dimitir y no aguantar la presión ni el escarnio. Esta semana hemos visto entronizar en el Tribunal Constitucional a quien, con unos antecedentes en materia de compatibilidades escandaloso, ha aguantado el tirón, ha tomado posesión de su cargo, en la convicción de que pasado mañana no tendrá el foco, pero sí el sillón.

Estos días también hemos leído por aquí que, al parecer, la corrupción pudiera o pudiese haber anidado y seguir anidando en el Ayuntamiento, que pudieran o pudiesen haberse estado troceando en el Consistorio, contratos para asegurar adjudicaciones en infraestructuras. Escándalo, portadas, anuncios de informes, las eternas comisiones de investigación y, en tres días, la nada.

Decía Persio y mantenía Cela que el que resiste, gana. Llevaban razón.

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