¡haced el favor de no hablar tan alto, que no me entero de nada!, dijo el abuelo, antes conocido como el padre, mientras que sus dos hijos mayores se enfrascaban en una disputa técnica sobre el modo perfecto de rascar con el mango del tenedor el cuerpo de la botella de anís. -¡Coño, que ningún año me entero de lo que dice este hombre! se oía, que no escuchaba, de fondo. Los tres muebles que estaban sentados en el sofá con un móvil en las manos ni siquiera levantaron la cabeza.

Mientras, la abuela, antes conocida como madre, hablaba en la cocina con las dos nueras que le tocaron en suerte y su hija mayor, que fumaba vigilando de lejos a los chiquillos que correteaban en el pasillo, golpeando una especie de pelota: ¡Estos días no son para eso! Tiene todos los días que quiera para salir, pero hoy precisamente debería estar en casa. ¡Que no está bien...!

No te preocupes, mujer, -animaba mecánica la nuera número uno, mirando de reojo al hombre con el que compartía cama, ya sin sorpresa por su actitud-, seguro que está llegando. Es joven y no ve que estas horas sean ya tarde para ti.

La nuera dos estaba allí, pero no habló. El año que viene habría cambio de turno. "Lo que le gusta a esta mujer dramatizar. ¡Si la niña no para aquí... si esto es una pensión!" : no está bien. Vale que coma por ahí, pero un café rápido y a casa, hombre, ¡que hoy es día para estar en familia! La nuera dos, asintió con la cabeza y le tomó el brazo a su suegra, comprensiva.

"En familia", se dijo la hija. "¿En familia? ¡Cuéntamelo a mí, mamá! El año pasado yo estaba en familia, con mi Paco, el muy..., y hoy a saber dónde anda...Desde luego, ¿cómo no me di cuenta, Dios mío, cómo no me di cuenta?..." ¡Niña!, ¡para a esos niños, por Dios, que se estén quietos un rato, que van a tirar cualquier cosa! -La abuela, al límite; la hija, airada cuando sonó el timbre de la puerta. Anda y abre la puerta, que será tu hermana, por fin.

- ¡Hooola!

- ¿Qué? ¿ Sin llaves? Mamá está que trina y papá está preocupado. ¿No te das cuenta de que no vives sola, joder?

- Mamá siempre está que trina y papá está preocupadísimo... ¿No lo ves, pegado al televisor para enterarse de lo que dice el Rey? ¡ Hola, papá! ¿Ves? Ni puto caso.

-No hables así. ¡Joder, cómo hueles! ¡Vaya tela! ¿Es que no hay más días?

-Bueno, que sí, que vale, que me dejes en paz -y cruzó el pasillo- ¡hola, mamá, me voy a duchar y a vestir! ¿Cuándo cenamos?

Media hora después, el abuelo, la abuela, los dos músicos, los tres muebles, las dos nueras, la hija, la niña y los chiquillos, engulleron los primeros langostinos. Y todos fueron felices.

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