O todos o nadie

Se están generalizando las políticas del "sálvese quien pueda" en la línea del 'American First'de Trump

Termina el año y lo hacemos peor que lo previsto hace doce meses, cuando guiados por el optimismo, nos felicitamos con el deseo de que el 2021 iba a significar el fin de la pandemia y el de la recuperación económica y social. Sin embargo, el coronavirus y sus mutaciones continúan manteniendo en vilo a toda la ciudadanía.

La impresión es que el Covid-19 sigue y que nosotros estamos peor. Quizás sea debido al cansancio, pero además de las repercusiones que el coronavirus produce en la salud de millones de ciudadanos, se están comenzando a notar otros efectos muy dañinos producto del mayor ataque que los humanos de la actual generación hemos sufrido. El más preocupante es que se están generalizando las políticas del "sálvese quien pueda" en la línea del American First de Trump. Ahora sabemos con datos concretos y no con opiniones interesadas, que la epidemia es global y exige soluciones globales y no por barrios; y que, en temas como la inmigración o un reparto más justo de la riqueza, las respuestas deberían de seguir la misma pauta. Obvio concluir por ello que es tiempo de políticas que nos unan al máximo puesto que nunca tantos hemos compartido problemas similares. Pero las crisis, y ésta es descomunal, permiten también esgrimir banderas insolidarias y populistas basadas en la creencia de que lo primero es gobernar en el pequeño territorio de cada uno. Que sólo en caso de que su ideario se imponga las cosas van bien y que, si a ellos les va bien, el resto del mundo no es su problema. Y que para conseguir tales propósitos todo vale. Así, insolidariamente, actúan los dirigentes de Polonia, Hungría o Brasil; el PP cuando bloquea la renovación de organismos judiciales; ERC cuando paraliza los presupuestos que necesita millones de ciudadanos para exigir a una plataforma mundial un determinado porcentaje lingüístico; o la izquierda cuando pretende imponer su ideario a la otra mitad que piensa distinto; y la derecha que nunca reconoce el derecho a gobernar a la izquierda.

El Covid demuestra que ahora todo es global; que los españoles para volver a respirar sin mascarilla necesitamos vacunarnos todos y en cualquiera de nuestras lenguas, pero que también es imprescindible que lo hagan en Sudáfrica. Es tiempo de respuestas planetarias desideologizadas. Justo lo contrario a lo que se está haciendo. De ahí que un año despues, el covid que no distingue de razas, credos, lenguas ni territorios, esté en forma; pero nosotros no tanto. Y de este drama, o salimos todos o nadie lo hará por completo.

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