Mensaje en la botella

En la misma piedra

La única solución para recuperar el pulso es la vacunación. No hay alternativa

Hay cuarta ola del covid. Y no es una invención, sino una afirmación contundente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para la que los retrasos en las vacunaciones, la fatiga de muchas sociedades ante las restricciones y las variantes más contagiosas han llevado al mundo a una cuarta ola de coronavirus, con cifras que ya se asemejan a la tercera de finales de 2020, hasta ahora la peor en contagios y muertes. La responsable de la unidad anticovid de la OMS, Maria Van Kerkhove, lo tiene muy claro: "no vamos en la dirección correcta". Y añade que "es frustrante que esto ocurra porque ya hemos vivido esta situación, se ha bajado la guardia con el buen tiempo y no podemos hacerlo en un momento en el que la distribución de vacunas aún es desigual".

Van Kerkhove realizó estas duras afirmaciones en Ginebra, pero bien las podría haber pronunciado en Córdoba o en cualquier otro territorio de Andalucía. Vamos mal, y lo peor es que lo sabemos. Porque visto lo visto en esta Semana Santa que ahora acaba, debemos ser conscientes de que, una vez más, no hemos estado a la altura. Calles a tope, establecimientos de hostelería a rebosar, largas colas para entrar a los templos y un sinfín de comportamientos que, por mucho que se diga que cumplen con las limitaciones marcadas, no están ayudando en nada a controlar la pandemia. Decía hace una semana el consejero de Salud, Jesús Aguirre, que invitaba a todos los andaluces a mantenernos en nuestra burbuja, o lo que es lo mismo, a evitar el contacto social. Pues ni caso, empezando por sus propios compañeros de profesión -lo políticos- que se han pavoneado en las redes sociales en estos días mostrando su asistencia a determinados actos y dando un ejemplo lamentable de todo lo que no se debería haber hecho. Allá ellos.

Entre todos hemos permitido la llegada de esta cuarta ola, dejando como intrascedentes todas esas medidas de los cierres perimetrales de las provincias y de la propia comunidad autónoma. Y seguramente, volveremos al cansino debate sobre si hay que permitir cierta flexibilidad económica para no ahogarnos a cambio de asumir que todo ello trae más contagios, desesperación a miles de familias e incluso muertes.

Con todo el sufrimiento que llevamos arrastrado, habrá que replantearse de nuevo qué hacemos. Los primeros que deben tomar nota de ello son nuestros dirigentes, que aunque también son humanos y caen en los mismos errores que el resto de la sociedad (en Córdoba lo estamos viendo) tienen más responsabilidad a la hora de tomar decisiones. La única solución para recuperar el pulso es la vacunación. No hay otra alternativa. Pero incluso en eso estamos fallando, porque ni se imprime el ritmo que necesitamos ni llegan las dosis necesarias. Tropezamos de nuevo en la misma piedra. O lo que es peor, la golpeamos a sabiendas del dolor que provoca. No aprendemos.

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