Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

15 minutos

Ahora nos hemos convertido en vulcanólogos expertos en lava, su devenir y material piroplástico

Y tú Lourdes qué recogerías de tu casa si solo tuvieras un cuarto de hora? Es la pregunta que me hizo el pasado martes una gran amiga a cuenta del volcán Cumbre Vieja de La Palma. Salí por la tangente y respondí: "Supongo que me quedaría paralizada, pero cogería papeles, medicinas y ropa". Realmente no tenía una respuesta preparada, y supongo que fue algo innato. Además, tampoco me he visto en un dilema de esas características, pero con el paso de los días esas pregunta ha resonado varias veces en la cabeza e intentado ordenarla, si es que eso es posible.

Claro, ese cuarto de hora es un tiempo que han tenido los miles de afectados por la lava canaria. Apenas una escasa quincena de minutos para elegir lo más valioso, para recoger a marchas forzadas toda una vida y despedirse de una casa que nunca volverán a tener puesto la lava la ha engullido de manera inexorable. Son 15 minutos para recoger toda una vida, no hay más.

Un camino que han hecho numerosas personas para hacerse con lo esencial, mientras que algunos se fueron con lo puesto. El camino de la lava sigue, el volcán continúa rugiendo; y lo que queda. Cualquier mensaje de ánimo que se pueda lanzar se queda corto para todos los afectados. No hay consuelo que se pueda ofrecer. Realmente, la fuerza de la naturaleza es así y el hombre, por mucho que se empeñe, no puede pararla en este caso.

Y sí, es cierto, me he pasado algún que otro minuto, como miles de personas, observando el devenir del volcán como si fuera algo hipnótico, pero no tanto como para asegurar que es un buen reclamo turístico, que lo será, pero ahora no es el momento de montarse el cuento de la lechera, sino de intentar aplacar el daño, si es que se puede, en la medida de lo posible y ofrecer cuantas ayudas sean necesarias para quienes lo han perdido todo.

Ahora, todos nos hemos convertido en vulcanólogos y hemos incorporado a nuestro léxico diario palabras como coladas o piroplásticos por el bien común y regocijo intelectual. Es esa insana costumbre de convertirnos en expertos cuando sucede una desgracia o un acontecimiento imprevisto -no podemos olvidar que todos nos convertirnos durante el pico de la pandemia en inmunólogos en apenas 24 horas- para intentar hacer ver que controlamos el tema y que no nos van pillar a pesar de que nos coja a miles de kilómetros de distancia. Una insana costumbre, de la que muchos no deberían abusar, por pura higiene intelectual.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios