La metonimia de Apuleyo

Metonimias a todas horas. Y también, por supuesto, cuando hablamos del país, de los asuntos públicos

Atesalia por negocios se dirigía el personaje del libro de Lucio Apuleyo. Iba con una carta de presentación de su amigo Demeas para que la entregase a Milón, un personaje de relieve y resonancia en la ciudad de su destino, en cuya casa podía albergarse los días de su estancia en la ciudad. No contaba sin embargo con que su anfitrión era famoso por su extrema avaricia y mezquindad, menos aún que la esposa de Milón dedicaba su tiempo a supercherías y actividades de magia. Y lo que ya no podía esperar era que Fotis, criada principal, también estaba entrenada en esos menesteres y que, enamorada locamente del protagonista, le iba a facilitar convertirse en ave mediante la toma de una pócima infalible. Y el final del cuento, que por otra parte es naturalmente el principio, nos cuenta que, por precipitación, Fortis confunde el brebaje y, en lugar de pájaro libre y volador, lo acaba convirtiendo en asno, "El Asno de oro", en el que Apuleyo va contando todas las aventuras, más bien infortunios y desgracias, que vive un animal con cuerpo de burro y mente de humano. Puro hablar de una cosa y decir otra, pura metonimia.

Los asuntos públicos, las querellas y las demandas colectivas, dice Jean Bodín, un filósofo del siglo XVI, solo deben fundarse en los poderes absolutos de la gente, pero hablar claro y contarlo todo es desde luego, quizá, el problema que plantea este propósito. Hablar de A para referirse a B exige el cumplimiento de unas ciertas y finas reglas que muchos responsables públicos rehúyen plantear.

Metonimia es una figura literaria, que, como aquello de Moliere de hablar en prosa sin saberlo, estamos utilizando todos a cada momento. Siempre que designamos algo con el nombre de otra cosa por su relación con ella, hacemos metonimia. Referirse a la vejez por las canas o asegurar que hemos comido un par de platos por su contenido, supone manejar las metonimias. Metonimias a todas horas. Y también, por supuesto, cuando hablamos del país, de cómo están los asuntos públicos. El asno de oro, con la contradicción dialéctica de mente y cuerpo, juega un lenguaje y un discurso de pura paradoja Como ocurre con demasiada frecuencia cuando sabemos A y escuchamos B. La metonimia se ha convertido, probablemente a lo largo de la historia, en la figura literaria más utilizada y el mecanismo de decir lo que es solo en parte. ¡Ay de las metonimias y su utilización deshonesta!

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