Basta con analizar con objetividad las cifras económicas, comprobar cómo los antaño todopoderosos jefes del PP de Madrid han sido eliminados de cualquier responsabilidad orgánica y laminados en su influencia dentro del gobierno y contemplar cómo están siendo juzgados por la presunta comisión de delitos de corrupción para llegar a la conclusión de que Cristina Cifuentes está siendo una más que buena presidenta de la Comunidad de Madrid. De eso no tienen duda ni los madrileños, ni el resto de españoles -que contemplamos con envidia cómo su carga fiscal es muy inferior a la que sufrimos quienes no vivimos en la capital-, ni sus adversarios políticos ni sus compañeros de partido.

Ser una magnífica presidenta como Cifuentes es, sin duda, la base esencial para obtener el voto y la confianza de los ciudadanos, pero no es la única. Esta semana hemos comprobado cómo un incidente aparentemente menor difundido desde un medio digital puede acabar con su carrera política para regocijo de muchos de sus adversarios políticos, la mayor parte de los corruptos extirpados del gobierno autonómico y, me temo, de algunos de sus compañeros de partido. ¿Fuego amigo? No parece descartable, pese a la defensa que de ella ha hecho la secretaria general Cospedal (a la que alguien debería decirle que cuestionar a un líder político que es mujer no es machismo).

Es evidente que por buena presidenta que sea -y lo es- si se comprueba que Cifuentes mintió, que se manipularon sus notas en su beneficio y que adulteró no ya sólo su currículum -la maldita "titulitis" española-, sino fundamentalmente la credibilidad de una Universidad pública orientada a la excelencia tendrá un grave problema.

Confío que las explicaciones proporcionadas por Cifuentes se ajusten a la verdad, y estemos ante un simple equívoco producto de un error informático detectado con dos años de retraso. Es más, creo que no puede haber sido tan torpe y que todo tiene que tener alguna explicación lógica. Pero hay que reconocer que hay cosas que no encajan. Su defensa ha parecido la de esos malos porteros de fútbol que ni se quedan bajo palos ni despejan con contundencia: no parece razonable defender su inocencia sacando algunos documentos, lanzando a una rueda de prensa a todo un rector y varios catedráticos y negarse a exhibir -"para no hacer el juego a la oposición"- lo que, de existir, acallaría todos los rumores, el célebre trabajo fin de master. Por su bien, el del PP y sus candidatos que pronto se enfrentarán a las urnas y por la confianza que muchos depositamos en ellos, Cifuentes debe una explicación completa.

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