Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Lo que te mantiene

Hay que vigilar que esté bien aquello en lo que apenas has tenido tiempo de reparar

No sabemos dejarlo estar. Nos irrita la injusticia y la falta de dignidad y hay que soltarlo, que eso hace bola. Nos es necesaria más calma, que no nos arrebaten el derecho a disfrutar, que no tengamos que estar todo el tiempo denunciando las barbaridades que se dicen.

El contexto de lo que vivimos nos afecta tanto a lo intrínseco que al final lo de puertas para adentro se va diluyendo y no echamos cuenta de lo que tenemos que cuidar. Hay que ser fieles a lo que te aparta de esa realidad infectada de barbaridades y dedicarle tiempo a ese aislamiento que te permite no pensar en todo aquello que escupirías por la boca la mayor parte del tiempo.

Tenemos que custodiar la base, darle cariño a lo que te distancia de quienes por no querer saber nada, acabas metiéndolos en tus libretos. Acudir a lo otro, a lo de después, a lo que te encuentras por la noche tras un largo día enfadándote y encendiéndote porque no entiendes nada.

Hay que llegar a casa y no hablar de la jornada laboral, apenas comentar lo que se ha dicho o lo que se ha dejado de decir. Velar en el poco tiempo que le queda al día por las canciones que no has podido escuchar, vigilar que esté bien aquello en lo que no has tenido tiempo de reparar. Más sofá y menos debate, más carnaval y menos audios, más de ti y menos del resto.

Hay que ponerse intenso con lo que te da intensidad y robársela a todo y a todos los que quieran gastártela a base de cosas que nunca vas a compartir. Poner un velo entre las dos realidades y abrazar la que apenas ves para que nunca llegue el día en el que sientas que no tienes nada entre los brazos que ahora están llenos de todo lo que no te da el resto porque nadie (casi) sabe dártelo.

Se trata de proteger para disfrutar, de mimar para sonreír y de resguardar para seguir siendo lo que siempre has sido. Hay que permitirse el impermeabilizarse de lo que te exaspera y meter dentro lo que te mantiene a la temperatura adecuada. Como los nórdicos de plumas o esas mantas con las que es difícil mantener el equilibrio entre la parte de arriba del cuerpo y los pies. Solo es cuestión, más que otra cosa, de apretar fuerte lo que te hace sentir bien y dejar el resto para mañana. Más cama y menos disputa, más risas y menos trabajo, más de ti y menos del resto.

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