Hoy me he levantado dando un salto mortal, he echado un par de huevos a mi sartén, dando volteretas he llegado al baño, me he duchado y he despilfarrado el gel, porque hooooy algo me dice que el lunes empezará a funcionar el Metrotrén. Esta noticia es de los que nos deja temblando, con los ojos cerrados, a la par que se convierte para el Hombre G del Gobierno central en el antídoto perfecto contra el ataque electoral de las gaviotas-cocodrilo. Sufre mamón, devuélveme a mi votante o te revolverás entre el apoyo de los lactantes. Si eres del PP y no te creíste ni aún te crees que será maravilloso viajar hacia Alcolea y Villarrubia sin necesidad de tomar el barco o el avión, la cagaste Burt Lancaster. Sí, llevas razón amigo lector, la penúltima estrofa de canción que aparece en este collage de narcóticos ferroviarios pensamientos no es del grupo de David Summers, sino del sesentero Los Mismos, pero es normal que entre canción propia y canción propia aparezca alguna que otra versión, como esa versión de servicio de Metrotrén, convertida en servicio de Cercanías y que ahora llega arreglada como Media Distancia.

Si ya es de por sí maravilloso cuando vamos juntos hasta Italia, quiero comprarme un jersey a rayas, pasaremos de la mafia, nos bañaremos en la playa; más lo será cuando la línea se amplíe y el tren no se quede a media distancia. Así que vamos otra vez con el estribillo de la versión de Los Mismos (de siempre): será maravilloso viajar a Alcolea y Villarrubia sin necesidad de tomar el barco el avión, sólo caminando, en bicicleta o autostop... y en TREN. No, no me llores amigo popular, no me vayas a hacer llorar a mí. Dame, dame tu mano, inténtalo mi amigo, quiero verte feliz. Y mientras, los hosteleros y restauradores del lugar entonan el visite nuestro bar y yo el voy a cogerme un pedo de los que hacen afición, me iré arrastrando a casa con la sonrisa puesta, mañana ya si puedo dormiré la siesta, pero esta noche no, esta noche no, esta noche algo me dice que el lunes empezará a funcionar el Metrotrén.

No obstante, lo noto, sé que falta un buen precio del billete de los que no dejen un sabor amargo y roto. Noto que mi corazón, no sé, no va, cuando me pongo a pensar lo que subirse a ese tren al usuario le va a costar. Que las miradas se caen y que muere el mar [¿no va a morir?, si es que no hay, hay río]. Y es que son sueños, que son de verdad -vaya, ya está aquí la versión de El Canto de Loco (ECDL)-, me gustaría una tarifa real. Son sueños, quiero llegar hasta el final y que la línea a Villa del Río y Palma del Río se llegue a ampliar, y si hace falta hasta a Portugal. Y ya puestos con ECDL, desde el próximo lunes, con la entrada en funcionamiento de ese tren, nada volverá a ser como antes y los viajes serán un poco menos insoportables. Por eso, oye pequeña, ven a Villarrubia o a Alcolea junto a mí, conozco una manera de hacerte feliz, suéltate el peloooo y luego, si quieres... el sujetador. Palabra de Hombre G.

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