Cosas que pasan

Ricardo Castillejo

El libro rojo

Durante cada jornada, sin falta, los dos amantes escribían en un gran libro rojo de páginas en blanco los asuntos más importantes que rondaban su cabeza y de los que querían hacerse partícipes uno al otro. Preocupaciones, enfados o simples "te quiero", iban llenando un ejemplar que, con el paso del tiempo, fue quedándose más pequeño. "Necesitamos comprar ya la segunda edición", comentaba ella al mirar lo abultado del mudo testigo de aquel gran amor que se profesaban.

Una relación que nació de la amistad y que, seis años después, aún mantenía encendida, con más fuerza si cabe, la llama de la pasión… y de la comunicación. "Muchas noches las pasamos hablando hasta las tantas de la madrugada", reconocía Mamen, más joven en edad que Enrique -el otro protagonista de nuestro relato-, pero igual en sentimientos hacia una pareja que, incondicionalmente, había dedicado su vida al teatro. Por eso resultó frecuente verlo acompañado de hermosas damas -María José Cantudo o Rosa Valenty, por citar algunas- con las que siempre se comportó como el gran caballero que era. "Nunca le he escuchado decir nada malo de estas señoras", se enorgullecía ésa que, de entre todas, le había devuelto a él las ganas de volver a casarse.

Y así, para el próximo mes de agosto, preparaban sin preparativos una boda que, de seguro, tendría lugar de forma inesperada. "Lo haremos de un día para otro, por el hecho de formalizar los papeles", afirmaba la novia. No obstante, Enrique insistía, llegado el momento, incluso en comprometerse de nuevo por la Iglesia para el que sería su segundo matrimonio, intención ante la que su prometida respondía algo temerosa: "Me da miedo formalizar tanto algo que está bien". Dedicada al mundo de la televisión durante dieciséis años, la rubia Mamen Díaz robó el corazón del productor Enrique Cornejo. Y viceversa pues, la suya, según quedaba patente en el libro rojo, era una historia de veras compartida. Una "función" de muchos actos con esperado final feliz.

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