La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Una lección de historia de Llach

No se sorprendan de que los símbolos antifranquistas tengan tics totalitarios

La Real Academia de la Historia debería dar un premio a Lluis Llach por haber impartido una de las más interesantes lecciones de historia dadas en estos últimos tiempos. Aunque el ex cantautor nunca lo aceptaría por tres razones: es española y, por lo tanto, parte de la nación que oprime y expolia a la suya; se ocupa de la Historia, y es sabido la alergia que le tienen los nacionalistas, más dados a los mitos y las trolas, y lo que es peor: la creó Felipe V, el Borbón que derrotó al archiduque Carlos de Austria defendido por los catalanes.

Lástima porque gracias a Llach muchos españoles han recordado, y otros han aprendido, que un pasado antifranquista no garantiza un presente democrático y, lo que ha debido resultar más sorprendente para algunos y traerles recuerdos incómodos a otros, que contra Franco no sólo se luchó en nombre de la democracia, sino de otros totalitarismos opuestos al franquista. Que en los casos estalinista (desde los años 30 a los 60) y maoísta (desde 1967 hasta 1980) eran objetivamente peores que el franquismo al que se oponían.

Que el símbolo antifranquista Llach amenace a los funcionarios que no sigan las instrucciones inconstitucionales de la Generalitat trae a través del túnel del tiempo el recuerdo de quienes se oponían a la dictadura franquista en nombre de otras peores. Y ello no sólo durante los tiempos convulsos de la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial o la posguerra. Conviene recordar que cuando el PCE inició su viraje eurocomunista -sobre todo tras la invasión soviética de Praga en 1968-, los antifranquistas totalitarios se hicieron maoístas a través del PCEi y la ORT que se fusionaron en el PTE, con la Joven Guardia Roja como organización juvenil. ¿Eran antifranquistas? Sí ¿Eran totalitarios? También.

El Acantilado ha publicado el documentado y riguroso La gran hambruna en la China de Mao del historiador Karl Dikötter (premio Samuel Johnson de ensayo): 45 millones de víctimas entre 1958 y 1962. Cuando los partidos maoístas florecían en la España y la Europa de los 60 y los 70 tenía lugar la Revolución Cultural (1966-1976) que tantos universitarios, artistas e intelectuales aplaudieron pese a que causara dos millones de muertos y 22 millones de presos, además de arrasar un patrimonio cultural milenario. Esto se sabía, pero era negado como propaganda imperialista. Así que aprovechen la lección de Llach y no se sorpendan ante los tics totalitarios de un símbolo antifranquista.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios