Editorial

Todos juntos con Medina Azahara

EL Consejo de Patrimonio de España se reunió ayer en Córdoba y decidió por aclamación que la ciudad califal de Medina Azahara sea candidata en 2018 para entrar en la lista Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. El anuncio se produjo en la Delegación de la Junta de Cultura y allí, como es natural, se desbordó la alegría de la alcaldesa y del conjunto de responsables políticos que se habían desplazado para seguir la decisión. Motivos hay sin duda para estar satisfechos, aunque la realidad, si se observa lo acontecido con mesura, es que lo de ayer sólo es un primer paso en el camino. Lo que resta todavía hasta la declaración es mucho más, y más complejo, y por ello se abre un calendario exigente que traerá el próximo año al comité de evaluación y que dentro de dos concluirá con la decisión de la Comisión Internacional del Patrimonio. Medina Azahara, por su leyenda y por su belleza, se merece sin duda estar en la lista que incluye a las maravillas del mundo, y en la que se encuentran la Mezquita-Catedral y el Casco Histórico. La candidatura, sin embargo, tiene sus dificultades, en primer lugar porque no se trata de un inmueble sino de unos restos arqueológicos y en segundo porque miembros de Icomos, el organismo que asesora a la Unesco sobre estos asuntos, ya han alertado en diferentes ocasiones de que el nombramiento se puede ver amenazado. La razón de ello está en las viviendas que en los alrededores se construyeron sin licencia y mientras las administraciones públicas, presuntas garantes de la ley, miraban para otro lado e incumplían de forma palmaria con sus atribuciones. Hay quien piensa al respecto que en nada afectan las parcelaciones a la ciudad califal, y parecen no entender que el problema del que alerta Icomos es que el valor de Medina Azahara no es sólo el yacimiento sino su integración en el entorno, y es ahí donde pueden venir los problemas. El caso es que el asunto de las viviendas de los alrededores no tiene posible solución inmediata, ni quizá a la larga porque no existe decisión política, por lo que hay que confiar en que la candidatura cordobesa sepa superar este lastre para lograr así que Medina Azahara entre en un listado donde debe estar por pura lógica histórica y artística. De conseguirse, sería un hito absoluto pues con esta declaración Córdoba acumularía cuatro -Mezquita, Patios, Casco y Medina- y se confirmaría como el núcleo urbano más monumental y protegido de España, algo que tiene efectos de enorme importancia y que van mucho más allá de la economía y del turismo. Debe Córdoba por tanto mantenerse unida detrás de su candidatura, preparar con celo el trabajo técnico y esforzarse por difundir el valor de una ciudad que fue maltratada en el pasado pero de la que nos sentimos hoy muy orgullosos los cordobeses.

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