Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Casi como un juego

EN Isla Cristina, la Guardia Civil ha detenido a cinco menores por la violación de una niña de 13 años en la playa de esta localidad onubense, en la madrugada del sábado. El jueves se supo que en Baena (Córdoba) otros cinco menores y un mayor de edad, violaron a otra niña de trece años. Ayer era el cumpleaños de Marta del Castillo, que habría cumplido 18 años. Su asesino confeso no ha querido decir qué hizo con su cadáver. El canalla en cuestión ha cambiado el relato de lo ocurrido, según le ha convenido, incluida una supuesta doble violación antes de acabar con la vida de la que fue su novia.

Los protagonistas de estos sucesos se parecen en una cosa: tienen una escasa conciencia del daño que causan. Los de Baena estaban extrañados de tanto jaleo por una simple violación. Aunque, por ser más preciso, fueron seis, cuatro primero, y dos más tarde en otro sitio. Casi como un juego. Un juego de niños; entre ellos había un menor de 13 años que está por debajo de la edad de responsabilidad penal. Es el mismo caso de dos de los cinco violadores de Isla Cristina.

Estos niños no son extraterrestres. Han nacido aquí, en plena democracia, en un régimen de plenas libertades. Viven en la parte más desarrollada y próspera del mundo. En una región en la que se ha erradicado el analfabetismo, en la que la sanidad y la educación son universales y gratuitas. Y, sin embargo, el abuso de la dignidad de las mujeres sigue siendo tan cotidiano en la Andalucía de hoy como bajo la Dictadura, cuando éramos una región subdesarrollada, con un alto índice de iletrados.

Parece que no avanzamos. Les pongo un ejemplo que me ha impresionado. El comentario de Tacho Rufino en su blog sobre cómo media docena de adultos acosaron a una muchacha que pasaba delante de ellos en una zona céntrica de Sevilla a plena luz del día. No se lo pierdan: http://blogs.grupojoly.com/tacho-rufino/2009/07/16/barbarie-cotidiana/. Eran trabajadores de una contrata de mantenimiento de infraestructuras municipales. Estaban descargando un vehículo y pasó por la calle una muchacha de unos 16 años, joven, bien parecida, vestida normalmente y discreta, según el relato de Tacho, testigo de los hechos. Le gritaron, entre risas divertidas, todo tipo de groserías y bajezas. Era casi como un juego. Uno de ellos, con edad quizá de ser su padre, la rodeó con los brazos, sin tocarla, mientras le metía la cara sobre la de ella para soltarle una frase soez.

¿Cuántos casos así vemos todos los días, y no decimos nada? ¿Cuántos casos así ven por la calle los futuros violadores menores de edad, sin responsabilidad penal alguna?

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