carlos navarro antolín

La indecente apuesta por la España de 2050

No era el día de ventear humos de propaganda con una forzada liturgia oficial, estamos hartos de la política de postureo

El futuro es uno de los grandes recursos de los políticos. Se puede prometer todo cuando se trata del mañana. El pleno empleo, pisaremos Marte, la desaparición de la brecha salarial entre hombre y mujeres, la cura de una lista de enfermedades y, por supuesto, inversiones en millones de euros en áreas temáticas tan generales que impiden cualquier ejercicio serio de fiscalización. El futuro lo aguanta todo, el pasado casi nada y el presente está en estado permanente de revisión. Causa risa que un presidente del Gobierno como Pedro Sánchez, un ser sin moral desde el punto de vista político, que ha mentido en contadas ocasiones de forma descarada, nos hable de la España de 2050. Y lo haga con un discurso y una liturgia que nos toma por párvulos a los administrados. Da náueas oírle hablar de futuro porque es evidente que se agarra a 2050 como asidero tras el descalabro de las elecciones madrileñas, el avance de las formaciones de derecha y la necesidad de apostar por una propaganda perenne que maquille el desastre de la gestión de las relaciones con Marruecos. Los españoles debemos estar chupando una piruleta mientras nuestro presidente nos habla de vaguedades, ventea el humo de promesas huecas, se da un baño de márquetin y se echa a sí mismo humaradas de incienso con un aparente halo de hombre de Estado. Y todo esto en la misma semana que el país vecino más importante para nuestros intereses, por ser puerta de entrada a otro continente y por la constante amenaza que supone como enseñan tanto la historia como el presente, nos ha chuleado de la forma más cruel que se haya visto nunca: echando por delante bebés y menores. No, no tiene justificación alguna montar el tinglado de ayer cuando toda la atención del país está en el drama de las fronteras con Marruecos. Todo dirigente político juega a desviar la atención, controlar un intangible como la información y administrar la propaganda, pero este tipo sin escrúpulos que nos gobierna no se ha esperado siquiera al lunes y nos vende una moto de la España de las próximas décadas que no se la compra ni el cuñado tonto. Quizás todo obedezca a que se encuentra en el punto más alto de la curva de la soberbia, síndrome que sufre el alto dirigente que se cree con capacidad para perdonar vidas y que, por supuesto, ha reducido su guardia pretoriana a la mínima cantidad. Ayer no era el día de presentar planes para 2050, como la visita a Marruecos en helicóptero no era el momento de difundir imágenes fatuas que recuerdan a aquellas del Falcon con las gafas de sol de chuleta de playa. Por Dios, gestione, trabaje, mejore la nación y olvide la obsesión por la imagen.

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