Crónica Personal

De igual a igual

La entrevista Torra-Sánchez supone el inicio de unas negociaciones que no se sabe cómo van a acabar

El independentismo había exigido un diálogo entre los dos gobiernos de igual a igual, y Pedro Sánchez lo aceptó sin problema, faltaría más. Pero Torra no le recibió como a un igual, sino con honores de jefe de Estado. De jefe de Estado extranjero, puesto que nunca ha recibido así al Rey, al que ni saluda. Sánchez ni se dio cuenta del trasfondo de tan aparatoso recibimiento. No perdió la sonrisa ni un momento, elogió la sinceridad y honestidad propia de un diálogo "entre dos presidentes", que es lo que más debió gustar a los independentistas, y encima prometió más dinero para Cataluña y que la mesa de diálogo por la que clamaban los independentistas se celebrará este mismo mes.

El equipo de Sánchez había preparado el viaje a Cataluña con una agenda larga, de dos días: encuentro con la alcaldesa, con el presidente de Fomento, con empresarios, dirigentes sindicales y, por supuesto, miembros destacados del PSC. Si pretendía Sánchez restar protagonismo a su encuentro con el presidente catalán no lo ha conseguido, porque lo que resulta de ese viaje a Cataluña es que Torra le ha metido un gol en toda la escuadra: ha llevado a Sánchez a su terreno político, ha hablado de lo que Torra quería hablar y encima ha conseguido que el Gobierno central le prometa cariño en el futuro. Cariño respecto a los dineros y cariño respecto a cuestiones que son prioridad para los independentistas, que avanzan poco a poco, pasito a pasito. No tienen enfrente a un presidente que bloquee cualquier iniciativa que deje en mal lugar la Constitución.

El resultado de la cita con el presidente de la Generalitat se adivinaba de antemano, los dos iban a ir a por todas. Para Torra era su última oportunidad de recomponer mínimamente su imagen, deteriorada por su irrelevancia política. Necesitaba un brochazo de presidencialismo, cuando todo el mundo le mangonea porque es de dominio público que Puigdemont marca sus decisiones. Sánchez, por su parte, necesitaba el encuentro para mantener el apoyo de ERC, fundamental para culminar la legislatura. Y si por un casual de las elecciones catalanas no sale el tripartito que ansía Sánchez, un Gobierno de ERC, PSC y En Común que le permitiría completar la legislatura, el acercamiento al mundo de Puigdemont le puede abrir la puerta a que en un momento dado también JxC le tienda la mano cuando lo necesite.

La entrevista Torra-Sánchez supone el inicio de unas negociaciones que no se sabe cómo van a acabar, pero se puede adivinar: Sánchez está entregado a la causa. A la causa de no irritar a los independentistas, que a las malas le pueden desalojar de La Moncloa.

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