En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El honor de ser de Belalcázar

Hace tres años este mismo mes de noviembre ya -la vida vuela- me subí al tejado de esta columna para insistir en que lo malo de ser de Belalcázar, si es que hay algo malo, cosa que dudo, en ser zorruno -gentilicio popular con el que se conoce a los oriundos de este municipio de Los Pedroches- es que el belalcazareño se había acabado acostumbrando de tal forma a convivir con el majestuoso Castillo que hace siglos le dio nombre a dicho municipio y a su excondado, que la vista de la fortaleza le llegaba en muchos momentos a pasar desapercibida. No obstante, esta afirmación, que nadie me malinterprete, no es una verdad absoluta, y tras su restauración por parte de la Junta de Andalucía -su dueña- y la apertura al público de esta impresionante y única fortaleza del gótico tardío que cuenta con la Torre del Homenaje más alta de la Península Ibérica -con más de 47 metros-, me volví a subir al tejado de esta columna para defender que una de las cosas buenas de ser de Belalcázar es sentir que ese Castillo es parte de tu vida. Así lo sienten todos los belalcazareños. Una propiedad que nada tiene que ver con escrituras, que sí tiene mucho que ver con el corazón y que es la insignia de un tiempo, allá por el siglo XV, en el que, insisto, Belalcázar era cabeza de condado.

Ahora me vuelvo a subir al tejado de esta columna para defender que el honor de ser de Belalcázar es ver cómo edición tras edición sus vecinos ponen en escena -como si lo hicieran los mejores actores del mundo- la obra de teatro popular El Halcón y la Columna, la historia del inicio del condado, de los primeros años del mismo y de cómo los Sotomayor y Zúñiga decidieron levantar la fortaleza. Las representaciones de la próxima edición de la obra serán del 9 al 13 de agosto de 2023 en el marco incomparable del Patio de la Huerta del Convento de Santa Clara de la Columna, considerado como el segundo monumento histórico-religioso en importancia de la provincia de Córdoba, justo después de la Mezquita-Catedral y que fue fundado en 1476 por Elvira de Zúñiga, entonces condesa de Belalcázar. Como es un honor ser de Belalcázar al ver cómo de una u otra forma la edición de este año está dedicada a Ángel Carrasco, quien ilustra el cartel de la misma gracias a una magnífica obra de su amigo Luis Gómez, que así lo ha homenajeado. Ángel, un enamorado de la historia de su pueblo hasta el final de sus días, quien estoy convencido de que volvería a representar de manera impecable algún papel en esta próxima edición, como ya lo hizo al darle vida al fraile franciscano que le entrega a doña Elvira el trozo de columna que es el germen del propio convento. Esta próxima edición, para cuya representación todo un pueblo se preparará durante meses de ensayos, será muy especial. La edición de 2023, será muy especial porque es la del merecidísimo homenaje rendido a Ángel.

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