Una epidemia universal como la del coronavirus nos permite escanear cómo está el mundo, no sólo en sanidad. Para empezar, los medios de comunicación retransmitimos en directo cada caso, cada sospechoso, cada mutación del virus. Demasiados datos quizá que alarman al común de los mortales, como ha explicado el microbiólogo Ignacio López Goñi en el programa de Francino en la Ser. Hubo tanta sobreactuación los primeros días, con reporteros enmascarados en calles desiertas, que cuando Lorenzo Milá salió en el Telediario desde el norte de Italia a cuerpo gentil, dando datos serenos, se llevó el aplauso general. El doctor López Goñi ha escrito un artículo lleno de sentido común, que ya ha tenido millones de lectores y se ha traducido al francés y al inglés.

Sus 10 buenas noticias sobre el coronavirus son: sabemos quién es en dos meses, mientras que se tardaron dos años en identificar al virus del sida; sabemos cómo detectarlo, en China la situación está mejorando, el 80% de los casos son leves, la proporción de curados es trece veces mayor que la de fallecidos y aumentando, casi no afecta a los niños; se inactiva fácilmente con alcohol, agua oxigenada y lejía; el lavado de manos es eficaz contra el contagio, ya se han producido más de 150 artículos científicos, ya hay prototipos de vacunas y más de 80 ensayos clínicos de antivirales...

Pero hay preocupación, se almacenan provisiones y los mercados financieros se angustian. El Íbex 35 español ha perdido más de los 100.000 millones de euros en unas semanas; bancos, aerolíneas y hoteles encabezan las pérdidas. La OCDE dice que si avanza la enfermedad el crecimiento mundial puede ser este año el 1,5%, la mitad de lo previsto para 2020 antes del brote. La incertidumbre amenaza al sector turístico español, que es el tercero del mundo. Se ha suspendido la gran feria del ramo en Alemania, la ITB de Berlín, pero hasta allí se ha ido el vicepresidente de la Junta Juan Marín para convencer a los operadores de que Andalucía, a pesar de las decenas de casos de contagio, es un destino seguro y con una sanidad excelente.

El escáner también hace distingos en materia de fe. Algunos párrocos mantienen besapiés o besamanos de cristos y vírgenes y otros los impiden. Mientras tanto, no se ha suspendido ninguna de las manifestaciones por el Día de la Mujer Trabajadora. La desigualdad social también queda en evidencia: en países ricos como Estados Unidos, sin un buen sistema público de salud, el test para saber si una persona está infectada cuesta 3.000 dólares de los que mucha gente no dispone.

Y lo más halagüeño es la teoría estacional. Con más horas de sol, temperaturas más altas y mayor ventilación en los edificios se espera que remita la enfermedad. Si el general invierno protegió a los rusos de invasiones de suecos, franceses o alemanes en los tres últimos siglos, ahora para combatir la invasión del Covid19 confiamos en la general primavera.

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