Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

El futuro de Rafa Muñoz

LAS fotos de Rafael Muñoz en el desfile olímpico en Pekín nos muestran la expresión de un hombre joven que es dueño de su propio futuro. Nadie, en realidad, es dueño ni siquiera del presente, por la brizna de azar que se descuelga de cualquier movimiento de la vida para lanzarla a cualquier otra parte. Sin embargo, hay hombres y mujeres que parecen tocados por una fijación, por una conciencia interior de su propio talento y de la capacidad para domarlo, para irlo esculpiendo con ambición y con tiento, con mesura y aplomo, pero también con la necesidad de trascender los límites. La natación, su esencia, es trascender el límite. Los nadadores, desde que se entrenan siendo niños, van alternando mínimas, rebajando las mínimas, porque todo es un límite cifrado que puede reinventar toda una vida, que puede argumentarla para siempre.

Así, es una certeza que, salvo milagro impredecible, cuando Michael Phelps tenga sesenta años seguramente ya no nadará como ahora mismo, con las mismas maneras de divinidad acuática con las que está maravillando a medio mundo, y a lo mejor ni siquiera nada, y sólo se dedica a ver partidos de béisbol en la tele, a revisar las películas de Tarzán interpretadas por Johnny Weissmuller o a leer novelas de Julian Barnes. Sin embargo, en el ocaso de su vida, en algún momento final, sentado quizá en el porche de su casa, con el césped cortado a ras de tierra, confortable y tupido, mientras el cielo naranja se va apropiando de un sol cada vez más pálido, Michael Phelps recordará que uno, cuarenta años atrás, fue capaz de hacer algo único en la vida, de vivir un momento que a su vez vivieron muchos viéndole nadar como un guepardo de agua.

Algo así le ocurrirá también al nadador cordobés Rafa Muñoz, al igual que al jugador de hockey hierba Víctor Sojo, que ya marcara un gol en su estreno en estos Juegos Olímpicos, o al baloncestista Felipe Reyes, que es un habitual en cada ocasión épica. Estos cordobeses, atletas olímpicos en Pekín, han ido escribiendo a su manera ese instante futuro, esa plenitud. Así, el nadador del cordobés Club Navial ya ha conseguido algo único en la vida: llevar a su club natal, el club en el que se ha formado como hombre y como nadador, a unos Juegos Olímpicos. La fe que se tiene en este joven nadador es la que se deposita, como decíamos arriba, en alguien que es dueño de su propio futuro. Las fotos de Muñoz en el desfile muestran la expresión de un hombre joven que ya está disfrutando ese momento, el que podrá saborear no sólo hoy, sino también dentro de muchos años, cuando recuerde que él, Rafa Muñoz, nadador del Navial, anduvo entre los dioses del Olimpo y fue uno de ellos.

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