La fiesta 'falsoliberal'

A Esperanza Aguirre sólo le queda la vía de la dimisión antes de que un viento frío la atraviese de otro modo

El PP madrileño era una fiesta. Quizá porque Hemingway, que estuvo por allí comiendo callos con garbanzos, les dejó el espíritu loco de su París era una fiesta. O quizá porque el foro, con su aire de poblachón reconvertido en metrópolis pija, se presta al fiestón. El caso es que el PP de allí, y casi que todo el PP, se creyó su vacua tontería falsoliberal, el cuento de una falsoliberala a la que pocos autenticoliberales, sólo los despistados, podían reconocer como propia. Liberal ella, la lideresa, muy cosmética, pues su vida siempre ha girado en torno a lo público, con una labor política que acumula ya casi 35 años de historial y de buenos ingresos procedentes de la teta del común. Ella, Esperanza Aguirre, era allí la que hacía y deshacía, aunque Aznar, liberal de cinturita para arriba, metiese mano de vez en cuando entre bodorrio hortera de la niña y ambiciones de la señora cup of coffee. Así que de ella, de Esperanza, brotó ese PP relamido y pijo de beltranes y nachetes, tan barrio de Salamanca, y ese PP estilo lampón a lo Granados. Un PP conservador de fondo y arribista en esencia, pícaro y viejo, que ahora se ve contra la espada y la pared y supone un lastre para el débil liberalismo español, al que nadie representa en verdad. Queda claro en cualquier caso, mientras Ignacio González declara con su petulancia atardecida, que el tiempo político de Esperanza Aguirre se ha acabado, algo que ya era evidente cuando entregó sus naves a Carmena pero que ella no quiso aceptar. La vía de la dimisión es la única que le queda antes de que un viento frío la atraviese de otro modo, pero dimitir es un verbo que en el falsoliberalismo nunca se supo conjugar. Quizá porque la teta pública les llama con la voz profunda del dios Pluto, dios griego de la riqueza, sin darse cuenta de que hoy habitan un reino distinto, el del inframundo gobernado por el Dios romano Plutón. Aguantar por aguantar será sólo respirar con el Hades, respirar dentro de la tumba falsoliberal: un mundo extraño donde los pijos se acaban convirtiendo en presos de cárceles que ellos mismos inauguraron. El mundo triste y desesperanzado de beltranitos y nachetes que Esperanza fundó.

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