Ni p... falta que hacen

Salir a la calle en ciudades en las que el acceso a las armas es más fácil que comprar churros, no puede realizarse sin arriesgar el pellejo

Cuando nos ocupamos en la lectura de una publicación periodística, no nos resulta fácil el topar con alguna buena noticia. Mas, parodiando a las meigas gallegas, dizque haberlas haylas (todavía). Un… poner: Según publicación de este periódico en su edición del pasado miércoles, "Córdoba es la provincia andaluza que tiene menos licencias para portar armas cortas". Y, a tenor de la misma publicación, "Una treintena de cordobeses están autorizados a portar pistola sin ser policías o militares".

A juicio de Las Tendillas, además de la indicada razón, hay otras justificativas de que las pistolas sean noticia y, en consecuencia, ocupen muchos espacios de los medios de comunicación. Otro… "poner": Según publican algunos medios de comunicación, alguna formación política propugna que se facilite a la ciudadanía un cierto grado de acceso a las armas… con fines defensivos.

Parece, pues, que la polémica está más que servida, una más: Mientras que unos no queremos pistolas ni en las películas, otros defienden el uso controlado de las mismas. Queda por ver de qué lado se inclinará la balanza.

Pero, lo que sí podemos afirmar -ya y de manera categórica- es que, las ciudades en las que el acceso a las armas resulta más fácil que comprar churros, como ocurre en Venezuela o Méjico por citar dos ejemplos de (casi) todos conocidos, suele ocurrir:

Por una parte, no son, ni mucho menos, las más seguras. Todo lo contrario: el salir a la calle en las dichas ciudades no puede realizarse sin arriesgar el pellejo cada cual. Los asesinatos diarios ya no constituyen una novedad o sorpresa para nadie: Constituyen una calamidad habitual.

Por otra, resulta igualmente una obviedad el hecho de que las dichas armas no siempre se utilizan como medio de defensa. Todo lo contrario: casi siempre se manejan como herramienta para delinquir. Más concretamente, para matar, incluso a indefensos.

El número de víctimas, en todo caso, resulta impresionante. A ellas, a sus descendientes y la ciudadanía en general sí tienen que pedir perdón los responsables políticos (y sus cómplices) de los dichos asesinatos. Es lo que procede: Las pistolas, que tanto daño han causado y siguen causando, ni puñetera falta que nos hacen.

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