Las tendillas

Ramiro García Vila

Una explicación

CASI siempre, me valgo del llamado plural de modestia para escribir mis publicaciones. Eludo el uso de la primera persona de singular a fin de no incurrir en petulancia -muy abundante ella en el mundillo literario- en la que es fácil caer cuando utilizamos el lenguaje de los reyes y los dioses.

Pese a ello, hoy me propongo acudir al estilo de las altas dignidades para hacer una confesión: Sí. Sé muy bien que debo una explicación a mis incondicionales y sufridos lectores. Porque había iniciado una serie de artículos encabezados con el título "Un Estadoý ¿de caciques? y que tuve que interrumpirla. Confieso que ello se debió a causas ajenas a mi voluntad. Pero aclaro: la interrupción se debe exclusivamente a un acto de mi voluntad. Quiero decir: no se debe a imposiciones externas. Seguiré desarrollando la indicada serie, aunque es probable que me vea en la necesidad de cambiar el título, poniendo en su lugar otro que defina con más detalle el comportamiento caciquil de determinados sujetos de la cosa pública.

Me proponía, mediante la "serie" a la que aludo, denunciar la actuación de determinadosý amos (?), sea cual fuere el ámbito de su competencia. Sigo en mi propósito de denunciar las arbitrariedades de los caciques que hacen de los poderes públicos que ostentan su cortijo privado, impidiendo el acceso al empleo a todo bicho viviente que no sea de los suyos.

Y sigo en mi propósito de denunciar sentencias judiciales que no sólo tienen errores sintácticos que impedirían a un estudiante aprobar 7º de EGB, sino que, lo que es peor, tienen como fundamento jurídico razonamientos contrarios a Resoluciones Administrativas afectadas de firmeza.

Sin embargo, me voy a callarý por ahora. Estoy pendiente de que se resuelva un asunto actualmente en trámite ("sub iudice" que dicen los profesionales del Derecho). Y me callo por dos razones: Sé que las publicaciones en los medios de comunicación pueden influir en el ánimo de los lectores. Estamos en período preelectoral y no quiero que, bajo ningún concepto, mi comentario pueda interpretarse un acto de propaganda política a favor o en contra de ningún partido político.

Por otra parte, habida cuenta de un procedimiento judicial en curso, me parece de justicia evitar cualquier comentario público. Sólo quiero que los jueces apliquen la ley con toda independencia. En estas condiciones, siempre acataré la decisión judicial. Aunque el juzgador se equivoque, acataré la decisión, aunque ello no suponga conformidad con la misma en todo caso.

Pero nunca acataré ni seré conforme, con una decisión estrafalaria a mi juicio. Venga de donde venga. Por ello, la "serie" va a continuar. Con nombres y apellidos. Explicación dada.

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