Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Hay que esperar a septiembre

Ahora resulta que la criticada Ley Celaá tampoco deja reducir el número de escolares por aula

Eso de que te quede alguna asignatura para septiembre no tiene que ser nada placentero, más que nada porque el verano allá por junio se puede afrontar con menos alegría. Pero en la Delegación de Educación deben estar acostumbrados a eso, porque no será hasta el noveno mes del año cuando tengan y sepan con exactitud las aulas que tienen que cerrar para el próximo curso, apenas unos días antes de que se abran los colegios; todo un reto. Los plazos son así, pero la realidad que afrontan las familias y los centros educativos hasta entonces es de todo, menos tranquila.

La delegada de Educación, Inmaculada Troncoso, repite como si fuera ya un mantra eso de que hay que esperar a septiembre. Y lo dice cuando desde su propio departamento se ha comunicado la planificación del curso que viene y que indica que serán más de 20 los colegios que verán mermada su oferta académica y que, por ello, han visto reducidas sus plazas, lo que al mismo tiempo ha imposibilitado a las familias poder acceder al centro que han elegido.

No se puede negar la mayor cuando esos datos se han hecho públicos, pero tampoco es de recibo decir, como se indicó en la nota de prensa que facilitaron a los medios, que las plazas ofertadas por Educación para segundo ciclo de Infantil en Córdoba superan en casi un 34% a las solicitudes. Mi más sentida felicitación para quien ideó ese titular y casi logró tapar que el dato verdadero era que más de 3.000 plazas se habían quedado libres porque, literalmente, es que no hay niños para escolarizar.

Y claro, ante estos datos los sindicatos y el profesorado sigue reclamando de manera machacona que se reduzca la ratio, pero lo que son las cosas, resulta que Córdoba es de las provincias de Andalucía con menos escolares por aula. Pero es que hay más, ahora resulta que desde la Delegación de Educación se escudan en que la tan criticada Lomloe, la conocida como Ley Celaá, no ha modificado los cupos por unidades escolares y, anda, que tampoco pueden hacer nada.

Casualidades o no, esto no hay donde por cogerlo. A quienes se les llena la boca magnificando la excelencia de la educación pública y todos los recursos disponibles, también deberían ponerse en el pellejo de las familias y de sus propios compañeros docentes cuando pasan este tipo de cosas y no lanzar mensajes victoriosos porque la realidad y los datos estadísticos no siempre ayudan.

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