La tribuna

Antonio Benítez Ostos

La especialización en la abogacía

DENTRO de mi actividad profesional, he tenido la oportunidad en algunas ocasiones de compartir con distintos operadores jurídicos, todos notables en su profesión y, mejor aún, grandes amigos, diversos foros y mesas redondas en facultades y escuelas de Derecho. En esos encuentros podemos analizar de forma pormenorizada las distintas alternativas profesionales que el mercado ofrece a los licenciados y graduados en derecho, relatando la praxis de nuestro quehacer diario.

Concretamente, suelo recibir el encargo de analizar con detalle el acceso a las profesiones liberales, la Procura y la Abogacía. En este momento, es muy frecuente hacer especial énfasis en los cambios normativos que se han venido dando en los últimos tiempos y asomarse también a las modificaciones que están proyectadas Así, por ejemplo y groso modo: la liberalización de los aranceles de los procuradores, la posibilidad de que los abogados asuman, además de la dirección y defensa letrada, la representación de las partes en el proceso, la ausencia de regulación del examen de acceso a ambas profesiones, con las perniciosas consecuencias e inseguridad jurídica que ello comporta…

Pero, fundamentalmente, muestro especial celo en la necesidad, como clave de éxito profesional, de que los abogados se especialicen en una rama concreta del derecho. El modelo de abogacía tradicional está sufriendo cambios significativos en los últimos tiempos; no asomo a la duda de que la generalidad está cediendo notablemente en favor de la especialidad. La crisis económica, la saturación de profesionales del sector, la constante e ininterrumpida convulsión legislativa a la que estamos sometidos, y las nuevas necesidades y/o exigencias sociales, son, quizás, algunos de los factores que recomiendan centrar los esfuerzos en un área concreta de actuación.

Y es que, al menos a juicio del que suscribe, el experto en una materia sorteará mucho mejor la fuerte competitividad instalada en la profesión, posiblemente tendrá más facilidades para hacerse un hueco en el mercado, y, sobre todo, podrá encarar con acierto y éxito expedientes de gran envergadura, vedados, por su complejidad técnica y exigencia de conocimientos concretos, a un perfil generalista.

No obstante, hemos de ser conscientes que hacerse especialista en un sector de actuación no es tarea fácil. Requiere, como poco, de una importante inversión económica en formación, de actualización constante, asistencia regular a congresos y jornadas, periódicas publicaciones en revistas y bitácoras especializadas. La especialización es un reto, cada vez más necesario, pero que exige mucha determinación.

Un despacho profesional en la actualidad opera en el mercado jurídico con múltiples variables. Que su actuación sea multidisciplinar no implica necesariamente que los profesionales que lo integren sean, individualmente considerados, generalistas. Es más, incluso las Escuelas de Práctica Jurídica se orientan a dar formación completa a los nuevos abogados y focalizar su ejercicio en una especialidad concreta.

El requisito de la formación personal resalta aquí como ineludible para cualquier abogado que pretenda establecer el ejercicio de su profesión de manera especializada. La duda reside, tal vez, en si tal formación debe ser voluntaria o, por el contrario, obligatoria. En nuestra opinión, el grado de especialización de la misma se derive la cobertura de algún interés público, como, por ejemplo, el turno de oficio, debe ser obligatoria para garantizar unos estándares mínimos que protejan a todos. En el ejercicio libre, la especialización va a ser refrendada por el propio funcionamiento de la profesión, por el mercado, que listará a tales especialistas en función de sus conocimientos y, finalmente, de sus resultados.

A nadie se le escapa que el ejercicio de la profesión de abogado implica necesariamente un esfuerzo de actualización, como mínimo, permanente. No se puede estar ajeno a los cambios normativos ni a las modificaciones de los criterios jurisprudenciales. En ese empeño, la formación y la actualización en un campo concreto supone, en nuestro criterio, una mayor garantía de éxito.

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