Nada especial

Triste lo que sucede en Los Califas, que no acaba de encontrar el espíritu que tuvieron los añejos Tejares

Lo único especial del cartel de la Feria Taurina de Córdoba, que se anunció la semana pasada con medio kilo de nocturnidad y cuarto y mitad de alevosía, es la fotografía que lo ilustra, un retrato del eterno Manolete, que siempre da lustre allá donde lo pongas. Lo demás, pues sifón. O sea, cosa bebible pero común para una plaza supuestamente de primera: dos corridas bien rematadas aunque supeditadas al cansino monoencaste, un festejo de rejones notable y una novillada sin picadores que tendrá su pizca de polémica por haber dejado fuera a algún joven diestro cordobés sin explicación razonable. Polémica que por supuesto será leve porque la Córdoba taurina, tan delgadísima y silente a estas alturas, también lo es. Y ahí, claro, reposa el relajo de la Fusión Internacional por la Tauromaquia (FIT), corporación taurina transnacional que lidera el potentado mexicano Alberto Bailleres y que desde finales de 2014 gestiona Los Califas con desgana y molicie creciente. Porque de desgana, de escaso afán y dudoso amor por el detalle, se puede calificar una Feria que, pensada con cuidado, podía haber sido muy especial por la efeméride que este año celebra la Córdoba taurina. Basta pensar que habría ocurrido de ser Manolete no de Córdoba sino de una ciudad tan taurina como, por ejemplo, Bilbao para hacerse una idea de cómo vaciamos aquí de contenido lo que en otros lugares sería acontecimiento nacional. Si la memoria de Cocherito de Bilbao, una figura mucho menor, la respetan como la respetan, pues imagínense que habría ocurrido de ser Manolete del barrio de Begoña y no nacido en la calle Torres Cabrera. Triste en fin lo que sucede en Los Califas, una plaza que no acaba de encontrar ni de lejos el espíritu que tuvieron los añejos Tejares, algo que sólo se endulzará un poco si dentro de los festejos anunciados los diestros que comparecen, figuras todos, deciden poner en el asador la carne que no puso la FIT. Y de eso y de actos paralelos como el pregón taurino que se vivió anoche en el Círculo o las exposiciones que se anuncian sobre el IV Califa habrá que alimentarse en una ciudad que no necesita de antitaurinos prohibicionistas y censores. No hacen falta porque ni siquiera los taurinos respetamos tal como merece nuestra historia y nuestra tauromaquia.

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