La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El escudo de Juanma

Uno de los valores de Juanma es el del hombre corriente que gobierna con sensatez y prudencia, sin ínfulas ni oropel

Frívola, innecesaria y extemporánea. Es lo menos que se puede decir de la decisión del Gobierno andaluz de fabricarle un escudo a su presidente, inspirado en el escudo oficial de la comunidad autónoma, con su Hércules, sus columnas y sus leones, al que los culpables -perdón: quiero decir los responsables- han flanqueado ahora con dos hojas de laurel y culminado con una corona real. Se redondea así el cambio del logotipo de la Junta de Andalucía ejecutado durante el primer año triunfal de la coalición PP-Cs.

¿Qué necesidad hay de que el presidente de Andalucía disponga de un escudo propio, distinto al legalmente establecido, para adornar los atriles desde los que habla, los documentos que firma o quizás el coche oficial en el que se desplaza? Ninguna. Que lo tengan Donald Trump o el lehendakari Urkullu debería ser, en realidad, una razón más para privarse del escudito. Entre las cien primeras preocupaciones, y ocupaciones, del presidente de la Junta no puede estar la batalla por el distintivo personal y los brillos del cargo.

Precisamente el pelota político-protocolario de turno que ha tenido esta ocurrencia le ha hecho un flaco favor a su jefe porque uno de los valores que nutren su imagen pública es el del hombre corriente que gobierna con sensatez y prudencia, sin estridencias ni alharacas, más eficaz y honrado que carismático y ostentoso. Lo contrario que emana de esta historieta del escudo. Que, por lo demás, no sólo está fuera de lugar, sino también fuera de tiempo. Con la pandemia del coronavirus en todo lo alto y la recesión económica en el horizonte de los próximos dos años, lo más inoportuno del mundo es ocuparse de las menudencias de la simbología, la vexilología y la decoración. Una gran frivolidad, como han denunciado las lideresas del PSOE y Adelante Andalucía, Susana Díaz y Teresa Rodríguez.

Ni el recordatorio de que el escudo presidencial reproduce prácticamente el diseño de las medallas de Andalucía implantado por Rodríguez de la Borbolla hace 35 años suaviza la impresión de que a Juanma Moreno alguno de los suyos le ha hecho meter la pata, y él se ha dejado. Para conservar el poder lo que necesita es hacer bien las cosas, no rodearse de oropeles. Una gestión solvente te asienta más que un brillo artificioso y efímero. Vale más ver a los ciudadanos de cerca, a su altura, que mirarlos desde el trono.

La mejores ínfulas son las que no existen.

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