Envidio profundamente a la gente coherente. Será que es una cualidad que se me antoja escasa y excepcional y valoro encontrármela personalizada en sujetos y sujetas que me abruman con la misma. Esa gente que tiene un discurso elaborado, estructurado, contundente, que nunca duda. Esos con concordancia entre lo que dicen, hacen, piensan o sienten. Esos, los escasos, gozan de mi envidia, de la insana -de la única que existe- por cuanto su rotundidad en el desarrollo de los planteamientos me ponen de manifiesto mis dubitativos argumentos.

El resto de los mortales -grupo en el que me hallo- dudamos, nos contradecimos, nos descubrimos contraviniendo nuestros propios enunciados previos. Nos desdecimos y solo podemos agradecer a la vida, a las redes y a la hemeroteca que no tuviesen el foco puesto sobre nosotros en aquellos, nuestros razonamientos de otros tiempos. Evolucionar, se alega. Y yo, estoy de acuerdo.

Soy comprensiva con los cambios de opinión. Será porque me pasa mucho. Evolucionar, puede conllevar cambiar de parecer, puede significar también valorar de manera diferente a lo largo de los tiempos. El traernos a nuestro hoy, nuestros alegatos pretéritos, podría generar rubor en muchos. Las experiencias nos van enseñando y de ellas, muchos concluimos que estábamos equivocados, que ahora diríamos otra cosa, que hoy, lo haríamos de otra manera. Puede ser que mi indulgencia con ese proceso personal me lleve a justificar mucho los cambios de parecer, pero sinceramente pienso que no se puede tachar de incoherentes a quienes dudan, a quienes dudamos, no es que reculemos ni que carezcamos de convicciones, no es que seamos un fiasco ideológico porque maduremos el análisis y lleguemos a conclusiones distintas de las de antes, es que aprendimos, sopesamos y hoy, ya somos otros y pensamos de otra forma. Intuyo que los de este grupo mayoritario mantendremos esto del modificar afirmaciones a lo largo de toda nuestra vida, que conforme sigamos creciendo razonaremos y cavilaremos con distintos parámetros y tendremos nuevos prismas con los que mirar la realidad. Los que nos aturden con su verdad absoluta, y sus estancas reflexiones, tendrán tiempo para pulir el tono. Los otros, seguiremos con esto de la permeabilidad y continuaremos con los giros en el discurso.

Así que, ¿saben qué les digo?, que me desdigo del principio de este artículo, que no, que nada de envidia; que se queden con los crecen, con los que evolucionan, con los que alternan las conclusiones, la de los otros ya se las saben, las nuestras no se las pueden perder. Mañana, pueden ser otras. Mucho más emocionante.

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