Retomamos vida, labores, tareas y actividades, nos enfrentamos a una nueva etapa. Nada fácil para nadie. Especialmente complicada, profesionalmente, para aquellos a los que la nueva normalidad les lleva a reflotar o hacer resurgir un negocio. Difícil, muy difícil. Del parón a la reactivación, guiados por la nueva realidad, entre medidas de seguridad, distancias, miedos, recelos e incertidumbre. Frente a ello, lo humano. El cansancio, el miedo y la desgana. Humano sopesar si compensa, si merece la pena. Razonable valorar, dudar y hasta desistir.

Como objetivo, la viabilidad económica del negocio, como ingredientes, el trabajo y la ilusión, las ganas, la necesidad, la responsabilidad o los sueños. Está bien centrar esfuerzos en hacer rentable nuestra tarea, optimizar recursos, hacerlo viable. Está bien poner el foco en lo productivo, intentar generar y guardar, activar toda nuestra capacidad de previsión de cara a un futuro especialmente incierto. Puede que no haya momento más idóneo. Y así, miramos alrededor, a nuestras redes, a la competencia y al compañero. Todo cuenta, todo suma, nuevas líneas de actuación, ya no se descarta nada.

Sin embargo, junto a todo ello, no podemos perder de vista algo más, lo que nos define, lo que nos diferencia a unos de otros. Pese a lo complejo y lo difícil del momento, lo extenuados que pueda pillarnos la nueva fase, no podemos perder la observancia rigurosa a lo deontológico, a la ética y a la lealtad. El buen hacer siempre. No hay excusas. No importa lo abatidos o exhaustos que nos sintamos, siempre hay opción de hacerlo bien. Estos días he tenido la oportunidad de coincidir con varios de mis referentes, un maestro, una sabia, lo brillante, lo sensato, lo intachable, todo junto en una casa. El saber hacer, los excepcionales. Ambos me han recordado qué hay que subrayar pese a lo tremendamente complicadas que puedan ser las circunstancias, no hay excusas. Es lo que nos dignifica y da resplandor a lo que hacemos.

Frente a eso, lamentable e inevitablemente, nos encontramos con otras formas de hacer, otras maneras, tácticas y actitudes antagónicas. Usémoslo tan sólo para confirmar cómo queremos hacerlo nosotros, en la nueva etapa y en cualquier etapa; la pulcritud y la conciencia no admiten pretextos.

Seamos prácticos y rentables, sin olvidar el fondo de lo que hacemos. No perdamos de vista los compromisos que nos llevaron a hacer lo que hacemos y, hasta en las circunstancias más adversas, ejerzamos como aprendimos. Ante las dificultades, tiremos de aquellos que nos enseñaron, tiremos de nuestros referentes, inspirémonos en ellos y desterremos lo otro. Quedémonos con lo que ennoblece lo que hacemos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios