Fuera de cobertura

Elena Medel

La distancia

EL viajero A parte de Sevilla a las ocho de la mañana, y aterriza en Barcelona con la puntualidad exigida para un aperitivo temprano ante cualquier edificio de Gaudí. El tren del viajero B abandona Santa Justa en un horario similar, y alcanzará su destino -Córdoba, sin ir más lejos- en menos de cuarenta minutos. Sin embargo, no se trata de un problema matemático, ni de una cuestión geográfica, o sí, porque es probable que A maneje más información sobre el fin de su viaje que B: tejes y manejes en el día a día, decepciones y festejos locales, esos pequeños datos que otorgan significado a la palabra rutina. Rebauticen Sevilla como Málaga, eleven la distancia temporal en veinte minutos más, y el resultado no variará.

Ciñéndonos al ámbito de la cultura y limitándonos a estas tres ciudades, obviando que una de ellas también opta -¿no suena lo de competidor a lucha libre?- a colgarse la cifra 2016 como complemento del nombre, ¿qué sabemos de lo que se crea en Sevilla y en Málaga, y qué saben allí de lo que se crea mientras tanto en Córdoba? Me pregunto, por ejemplo, hasta qué punto la Bienal de Fotografía de Córdoba se escuchará en esas ciudades a un salto de la nuestra, cuántos pasajeros descenderán en Cercadilla para regresar a casa, horas después, conocidas las secciones oficial y paralela. Y cuál fue la repercusión de la retirada de Córdoba de la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla, doce días antes de su inauguración. Si conocemos la labor de Neoateneo, la sección joven del Ateneo de Málaga, que impulsa otra visión -más lúdica, más fresca- de la cultura, o si se escucha el eco del Centro de Arte Contemporáneo, con una retrospectiva de Tracey Emin hasta febrero. Y en Córdoba se invita a recitar a los autores de la poesía escénica sevillana, y los más jóvenes de aquí responden y se desplazan para leer en la Alameda sus poemas, pero… ¿Hay algo más, y menos puntual?

Los medios de transporte nos permiten malgastar el tiempo mínimo en el transporte de una ciudad a otra: un madrileño disfrutará en apenas media hora de un café en Toledo, Segovia o Guadalajara, en una hora en Valladolid o Ciudad Real, y estiren las rutas si amplían el horario. Sin embargo, lo desconocemos todo de los otros: yo soy andaluza, sí, pero desconozco qué escriben en Cádiz o en Jaén, qué pintan en Granada o en Huelva, qué cantan en Almería. No nos engañemos: una ciudad está tan lejos -y tan cerca- como queramos. Un salto de AVE separa a Córdoba, Málaga y Sevilla: qué lástima permitir que el tren pase de largo.

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