Las derechas

¡Que viene la derecha! Pero, en mayor modo, la derecha racista y provinciana de Arana y Prat de la Riba

Cunde la alerta generalizada por la llegada de las derechas a España. Una derecha nacionalista, intolerante, xenófoba, que los mass media capitalizan en Vox, pero que -precampaña obliga- ha extendido su sombra desapacible sobre PP y Ciudadanos. Lo más extraordinario del PSOE actual es que ha conseguido pasar de acusado (el PSOE como socio de quienes quieren destruir España, etcétera), a acusador insomne de las plurales derechas que se avecinan. Y todo ello sin dejar de pactar con Bildu, por ejemplo, y sin que los afectados, PP y Cs, hayan mostrado la menor incomodidad por esta sorprendente derrota. Lo cual que damos la enhorabuena al estratega del PSOE, que ha convertido a su partido en una suerte de frontera, de limes, de baluarte contra la barbarie, cuando lo cierto es que acaso no sea ninguna de las tres cosas.

Más sorprendente aún es que este toque a rebato ignore voluntariamente a la derecha nacionalista y xenófoba que, durante décadas, ha gobernado el País Vasco y Cataluña, y que ha hecho presidente, junto con otras fuerzas no menos retardarias, a don Pedro Sánchez. Entra en la lógica más elemental que un partido que se dice de izquierdas, como es el caso del PSOE, juegue al viejo y eficaz juego electoral del "¡Que vienen los bárbaros!". Cosa distinta, y sumamente misteriosa, es que dicha barbarie actúe sólo sectorialmente, y que lo que en Vox resulta intolerable, sea una señal inequívoca de ponderación y concordia en los únicos nacionalismos, manifiestamente xenófobos, que hasta el momento hemos padecido tras la muerte de Franco. Nacionalismos, de clara estirpe antiliberal, cuyo venero último hay que buscarlo en el cura Santa Cruz y en aquella España trabucaire que propició tres guerras civiles en el siglo XIX, localizadas, como sabemos, no sólo por la trilogía carlista de Valle, en dos regiones muy concretas: el País Vasco y Cataluña.

Sin embargo, a este nacionalismo real, xenófobo y pernicioso, de larguísimo influjo en nuestra historia contemporánea, la izquierda patria no le ha encontrado ninguna objeción de peso. Nuestra izquierda anda más preocupada por el nacionalismo quimérico de Vox y sus futuras amenazas, que con la reacción política auspiciada por gentes como Arzalluz, Setién, Pujol y Torra, y cuyos frutos reales hoy son de sobra conocidos. De modo que coincidimos con la alerta de don Pedro Sánchez. ¡Que viene la derecha! Pero, en mayor modo, la derecha racista y provinciana de Arana y Prat de la Riba.

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