Semana tras semana el tema del independentismo catalán merece casi todos los comentarios de opinión. Hay otros temas, es cierto, como que el paro ha experimentado la mayor subida desde 2011; el juicio de los ERE, donde están imputados notorios dirigentes del PSOE andaluz; o el bloqueo de Arabia Saudí a Yemen y que, según la Ser, ha obligado a nuestro ministerio de Defensa anular la venta a aquél país de bombas de precisión, lo que supone devolver los 9 millones de euros pagados y que puede también dar lugar a que se cancele el contrato suscrito con el astillero gaditano de Navantia para la construcción de cinco corbetas, que suponen 1.800 millones de euros, por la sospecha de que esos barcos servirían para el bloqueo marítimo del Yemen. Parece que estos asuntos también merecerían la atención de los medios de comunicación, pero la actualidad se agota en el tema catalán, cuya importancia no discuto, porque puede implicar la quiebra territorial de la "Primera (en el tiempo) Nación de Occidente", como la calificó San Isidoro de Sevilla, "madre de príncipes y pueblos".

Creo que al final se impondrá la sensatez y serán los partidos políticos o los tribunales de Justicia, en su defecto, los que España es: una e indivisible (los adjetivos son del art. 1.2 de la CE). A Pedro Sánchez le juzgará la Historia y mi opinión sobre él no cuenta para nada, pero su admirable tenacidad que le llevó a la Secretaría General de su partido y, luego, a la presidencia del Gobierno, habiendo sido destituido por los suyos, no compensa el daño que puede ocasionar a España y a su partido, empeñándose en ser presidente del Gobierno con los votos con los que contó. Su última ocurrencia ha sido ofrecer a Torra blindar con otro referéndum el autogobierno actual de Cataluña, mejorándolo con competencias que ya fueron suspendidas por el Tribunal por anticonstitucionales y que había incorporado Zapatero en 2006. El argumento que da su ministra para replantearlas es peregrino: las competencias se anularon por razones de forma y no de fondo. La hoja de ruta de Torra, que supone la opinión de los soberanistas, la conocíamos todos los españoles menos Sánchez: quieren la independencia, que es irrenunciable y añade que para los presos y prófugos exige una sentencia totalmente absolutoria. Yo me pregunto qué hará ahora Sánchez. Si fuere sensato, sin presupuestos y con esta rebeldía de Torra, convocar elecciones, porque no se le supone valor para aplicar de nuevo el artículo 155 por este grave atentado al interés general de España.

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