La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El cuponazo vasco

La soberanía fiscal vasca viene de lejos: señoríos medievales, pacificación del carlismo y combate contra el terrorismo

Por convicción, interés electoral o las dos cosas, Albert Rivera ha roto un tabú de la democracia española: el privilegio fiscal del País Vasco. No ha estado solo al rechazar la Ley del Cupo vasco que materializará durante otros cinco años el singular sistema de financiación que beneficia enormemente a Euskadi. Tanto que siendo la segunda comunidad más rica de España recibe en vez de aportar a la caja común. Solidaridad a la inversa.

La soberanía fiscal vasca (ellos recaudan los impuestos y abonan un cupo anual para pagar los servicios y competencias que sigue en poder del Estado) viene de lejos. Procede de los señoríos medievales -como refleja el historiador Diego Caro en su libro sobre el parlamentario utrerano Sánchez Silva-, se consagró para pacificar al carlismo y se consolidó como instrumento de combate al terrorismo de ETA.

Ahora la Edad Media queda lejos, el terror ha sido derrotado y el carlismo no existe más que en los delirios de cierto independentismo rural catalán. Pero el concierto vasco pervive y la fórmula como se concreta en el Cupo revela una condición irracional e insolidaria sin matices: las cantidades se fijan políticamente entre el Gobierno nacional en minoría (antes el PSOE, ahora el PP) y el Gobierno vasco que le presta sus votos para sacar adelante los presupuestos del Estado, y después se reviste el pacto de argumentos técnicos perfectamente amañados para la ocasión.

Contra este chantaje de baja intensidad -ya no hay muertos de por medio- se ha rebelado el líder de Ciudadanos, que ha concitado la simpatía, también de baja intensidad, de varios presidentes autonómicos socialistas y del gallego Feijóo, unidos por una evidencia: el Gobierno privilegia a una comunidad que goza de un trato fiscal especial y está gobernada por un partido nacionalista mientras posterga su compromiso de poner en marcha un sistema de financiación que necesita el resto de las comunidades, algunas para respirar.

El problema es que el privilegio fiscal vasco está fijado en la Constitución. No el Cupo, pero sí el concierto del que nace el Cupo. En realidad, Albert Rivera ha roto un tabú que correspondía romper más bien a Pablo Iglesias. No hay en el entramado institucional del régimen del 78 nada tan opuesto a la igualdad, la equidad y la solidaridad que el respeto a los derechos históricos de Euskadi y Navarra. La "casta" vasca está consagrada por la ley suprema.

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