La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La culpa de Pablo Casado

Lo patriótico habría sido dejar gobernar a Sánchez antes de que se aliase con Podemos y se entregase a los enemigos

El primer responsable de que la gobernación de España esté en manos de los independentistas (básicamente, un preso, un prófugo y un inhabilitado) es Pedro Sánchez, que ha aceptado esta situación con tal de permanecer en el poder. No está solo en su culpabilidad evidente. El segundo responsable es Pablo Casado. Hizo imposible un Gobierno moderado y constitucionalista después de las elecciones de abril de 2019. De ese no es no que le copió a Pedro Sánchez procede todo el caos actual en el que cada mala noticia dura poco porque le sucede otra igual o peor. También está Rivera, pero éste ya no cuenta.

A Pablo Casado le faltó patriotismo. Eso de lo que tanto presume. Si hubiera actuado patrióticamente, con sentido de Estado y responsabilidad, habría dejado gobernar a Pedro Sánchez en minoría, con la misma abstención que el PSOE (Pedro Sánchez no) concedió a Rajoy y abortando la querencia de Sánchez por coaligarse con Pablo Iglesias. Es lo que interesaba a España. No al Partido Popular, como dijo entonces Pablo Casado, porque dejaba la oposición a Vox, el gran traumatizador del PP. Pero justamente ahí es donde debería imponerse el patriotismo: poner los intereses de la nación por encima de los intereses de tu partido. Sacrificar el beneficio particular de impedir que el PSOE gobernara en aras de un beneficio colectivo, nacional, y dejar que fuese Vox y no el PP el que sacara ventaja de la oposición frontal a Sánchez. Cosa que, por otra parte, tampoco está clara. Cuando el PSOE se abstuvo en 2016 para que pudiera gobernar Mariano Rajoy también se consideró que eso iba a perjudicarle porque la única oposición real sería la de Podemos. Bueno, pues llegó la moción de censura y el PSOE amplió su ventaja sobre Podemos.

Tampoco está siendo muy patriótica la oposición practicada por el PP bajo Casado. Se ha instalado en la idea de que el Gobierno Sánchez-Iglesias durará poco y ha resucitado la oposición crispada, dura y sin tregua de los tiempos de Aznar con Felipe. Compra todas las mercancías averiadas de Vox, como el pin parental, se niega incluso a hablar de la renovación del Poder Judicial o la RTVE, vuelve a utilizar a las víctimas del terrorismo y, en realidad, contribuye a que el PSOE más aventurero se consolide como el único posible y la política más ideologizada y trincheriza se imponga a la pragmática y de consenso. Allí donde tiene todas las de perder.

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