SI Emilio Botín, el hombre que preguntó hace poco qué es eso de la crisis y, como para celebrarlo, acaba de comprar otro banco en Gran Bretaña, se emperrase en lograr que el Gobierno publicara las balanzas fiscales de todos los españoles -y lo consiguiera, naturalmente-, comprobaríamos una verdad perogrullesca: Botín sufre un déficit fiscal elevadísimo.

De cajón. El presidente del Banco Santander aporta a Hacienda mucho más que la inmensa mayoría de los españoles y recibe muchísimo menos. La razón es que, al parecer, obtiene altos ingresos y ha reunido un sustancioso patrimonio por sus acciones y actividades empresariales y financieras, por las cuales paga impuestos al Estado. Resulta fiscalmente deficitario. Lo contrario que muchos de sus compatriotas, que ganan poco y tienen menos y, por consiguiente, reciben más del Estado en forma de subsidios, pensiones, prestaciones y ayudas.

Los nacionalistas de las comunidades ricas de España, junto a sus insospechados compañeros de viaje, han batallado para que el Gobierno publique las balanzas fiscales de las distintas autonomías y al fin lo han conseguido. Ayer el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, las dio a conocer. Con el mismo resultado que en la hipótesis de Botín: las que disponen de mayor renta per cápita son las que tienen más déficit fiscal (aportan al Estado más de lo que reciben de éste) y las de menor renta per cápita presentan superávit fiscal (aportan menos de lo que dan). Hemos descubierto, pues, el Mediterráneo fiscal: que los ricos contribuyen al mantenimiento del Estado y que los pobres se benefician de él.

Pregunta: ¿Puede ser de otra manera? ¿Debería serlo acaso? Los expertos del Ministerio de Hacienda han presentado seis supuestos para el cálculo de las balanzas fiscales y en los seis sale que Madrid, Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana son las que más contribuyen a la solidaridad interterritorial. No podía salir nada distinto. Es allí donde hay más riqueza, más actividad económica, más renta por habitante. Pero no son los territorios los que pagan los impuestos, sino las personas. Los madrileños, baleares, catalanes y valencianos contribuyen más a los ingresos de Hacienda por IRPF, IVA, combustibles, patrimonio, etcétera, porque tienen mayor renta, más patrimonio y más actividad económica. Individualmente considerados, sin embargo, aportan exactamente igual de lo que aportarían si vivieran en Extremadura, Galicia o Andalucía.

Esto de las balanzas fiscales es un cuento aireado por los nacionalismos ricos para demostrar lo que no necesita demostración: que dan más de lo que reciben. ¡Naturalmente!

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