APROVECHANDO el primero de mayo, los sindicatos vuelven a inventar el slogan del año. Del mismo modo que se elige la canción del verano o la estrella de un certamen de gloria express y efímera, ahora ha tocado igualdad, entre eso que han dado en llamar género o entre los nativos y foráneos. Y una no sabe exactamente qué están pidiendo. Porque en esto, como en tantas otras cuestiones, depende de con qué se compare.

Si por ello se entiende que todos podamos elegir dejar un escaño, para irnos a una gran compañía -léase Zaplana- a ingresar en un solo mes lo que muchos quisieran para cinco años, bienvenido sea, que incluso con bastante menos nos apañarían.

Pero el mercado laboral y los derechos de los trabajadores, distan muy mucho de ese sueño de bienestar que nos venden. El privilegio -antiguo derecho- de contar con un trabajo digno y bien remunerado, empieza a ser tan ficticio como el paraíso que se vislumbra desde el otro lado del Estrecho: una vez alcanzado, todo era mentira, espejismo y humo.

Es posible que entre los profesionales de la cosa pública y del currelo, ni haya mala intención ni demasiado interés por hacer las cosas bien. ¿Y para qué? La sufrida clientela -o sea nosotros- no le exige responsabilidad alguna, por catastrófica que sea su gestión. Así las cosas, como nunca van al paro, no tienen consciencia de lo mal que funcionan en la práctica sus teorías sobre el INEM, las prestaciones sociales y otras ayudas que nos venden a bombo y platillo.

El parado no tiene quien le escriba desde su oficina de empleo; el joven no tiene contrato de seis meses para recibir los 210 euros al alquiler, y cuando lo tiene, suele ser miserable; la Junta no tiene fondos para eximir a las hijas y nueras del cuidado de sus dependientes; miles de mayores de 40 años están sin esperanzas laborales, y la calle comienza a ser un pase continuo de Los lunes al sol.

Aquel imaginario de León de Aranoa es ya un corto surrealista, comparado con el día a día que protagonizan miles de personas en este país, donde, cualquier parecido con la teoría oficialista, es pura coincidencia o privilegio de unos pocos.

Si fueran más imaginativos, aprovechando que este año coincide con las Cruces, la consigna podría haber sido "el 1º de mayo o la cruz que soporta la clase trabajadora". Claro que, para eso, tendrían que pertenecer a esta digna y sufrida estirpe.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios