Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Aquí estamos, en condicional

Estaríamos comprando, seguramente, menos jarras de rebujito de las necesarias

Restarían unas horas para que estallara la contienda de las barras. Vendríamos de creernos casi sumilleres asándonos de calor en la explanada de la Diputación, repitiendo hasta la saciedad que los amontillados son cosa de expertos y los verdejos territorio juvenil. Habríamos contado que las colas de chavales y chavalas daban la vuelta, que la Cata se había convertido en un evento atractivo para todas las edades.

Estaríamos preguntándole a las hermandades por los precios de este año y por las expectativas, conociendo cuántos policías le iban a plantar cara al botellón. Después reportajeando lo de siempre: las sevillanas, Santa Marina petada, la vecindad pidiendo conciencia y derecho a la siesta.

Estaríamos calculando cuántos somos para pedir la cantidad de pinchitos adecuada, comprando seguramente menos jarras de rebujito de las necesarias (porque nunca se acaba la necesidad de rebujito) y contando vasitos chicos para demostrar que mayo se esconde en saber servir el brebaje sin que un cubito de hielo te estropee la operación disfrute. Lamentaríamos el cierre temprano de las Cruces, queriendo alargar los bailes enclaustrados en nuestro cachito de plaza, pero entendiendo que la pobre gente que detesta a María del Monte y a Raya Real también merecen un mayo cuanto menos aceptable.

Nos estaríamos preparando para lo que se viene, para aguantar a esos turistas que rompen (sin saberlo) la cotidianidad de la belleza y que se cargan (por falta de cuidado) una rama de una planta que es como un cuadro en un museo que es el patio de Anita. Querríamos disfrutar de la fiesta que resume a un mes y a una ciudad, pero nos quedaríamos con las ganas por lo insoportable del tumulto o recurriríamos a las horas más tranquilas de lunes a miércoles, como mucho.

A partir de ahí nos iríamos haciendo el cuerpo para el remate, el culmen, el colofón. La llegada de los casi 40 grados en el lugar más caluroso de toda Córdoba, el albero hasta en la nariz, la distancia eterna hasta el Rincón Cubano. Iríamos buscando la anécdota que justifique que esto es lo mejor de todo el año, porque siempre lo es.

Pero aquí estamos, escribiendo en condicional, como la muerte de Kim Jong-un, echando de menos lo que no va a pasar, pero que se volverá a repetir, esto ya en futuro simple.

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