Bernardo Díaz Nosty

La complicada sucesión de Manuel Chaves

Tiempos modernos

06 de marzo 2009 - 01:00

LA pérdida de Galicia y la caída de las expectativas de voto en Andalucía complican la vida del presidente Zapatero. El granero electoral del PSOE da muestras de fatiga. La repuesta de la clase media urbana pone en riesgo el color político de una región que, aún en 2008, aportó el 20,1% de los votos socialistas del país. Muchas de las bazas de Zapatero para volver a ganar en 2012 se pueden ver frustradas por la eventual pérdida del aporte andaluz.

Es probable que el Gobierno concluya la legislatura con la crisis económica superada y el viento internacional a favor, como cabe deducir de la buena sintonía con Obama. Pero esas expectativas se verían frustradas en parte si en Andalucía se invirtiese el signo del voto. En Madrid hay seria preocupación por los síntomas de oposición a un relevo que, sin embargo, no encuentra en Manuel Chaves la mayor resistencia.

Cuando se hace la más leve referencia a la sucesión, alguien se apresura a decir que "no toca", con esa estulticia que ignora el sentir de la opinión pública, que, tarde o temprano, acaba en las urnas. La sucesión del presidente de la Junta es una cuestión compleja, pero el problema mayor no consiste en la salida del señor Chaves, sino en intervenir sobre la endogamia que ha convertido el socialismo andaluz en una estructura centralizada de poder, de la que depende un mosaico provincial y local de minifundios delegados.

Por paradójico que parezca, es el presidente andaluz el único que aún tiene argumentos y autoridad moral para dar un golpe de timón entre los suyos. Se sabe que no es su estilo, pero su peso en la historia de Andalucía depende del aporte que haga a la transición de un partido poco abierto a la sociedad y escasamente urbano. Un golpe de timón basado en la autocrítica, en el relevo generacional y en la erradicación de las prácticas que amparan esa especie de socialismo rural, que ha llegado a concebir la emancipación de los pobres a través de la especulación con el suelo, como se está viendo en algunos municipios malagueños.

Sólo un cambio profundo permitiría la regeneración de las fuentes electorales. No hay margen para seguir perdiendo terreno en las grandes ciudades y entre los jóvenes, ni para enmascarar con nuevas retóricas de modernización la innovación social. La lógica de la paridad, bien definida durante los gobiernos de Manuel Chaves, parece apelar a una mujer como candidata socialista a la Presidencia de la Junta. No es una cuestión menor. Se daría con ello un paso simbólico en la sustitución de una nómina masculina salpicada por las prácticas más rancias de la acción política, tantas veces apegadas al mantenimiento del cargo como última razón.

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