La compasión que equivoca su objetivo al abarcar por igual a la víctima y a su verdugo puede ser asesina. Hay crímenes que hacen necesaria la cadena perpetua. No sólo para castigar un acto especialmente cruel, sino para evitar que el asesino vuelva a matar.

Leo con un escalofrío la historia de Gregory Green. En 1991 asesinó a su mujer embarazada. Tras cumplir 16 años de condena fue puesto en libertad condicional gracias a una campaña liderada por el pastor Fred Harris, a cuya Iglesia pertenecía el asesino. Si fuera puesto en libertad, aseguró, la comunidad haría lo posible para reinsertarlo: "Creo que ha pagado por su desafortunada falta de control y el daño que causó, y que lo siente", escribió el pastor. Llamar "desafortunada falta de control" al asesinato de una mujer embarazada y afirmar que 16 años de reclusión son el pago por ello resume suficientemente la crueldad y ceguera de la estupidez bienintencionada.

Pasados dos años Gregory Green se casó con una hija del pastor Harris y tuvo dos hijos que se sumaron a los dos que ella tenía de una unión anterior. Cuando la desdichada fue descubriendo el carácter de su marido -otra muestra de ceguera: ¿no le bastaba saber que había asesinado a una mujer embarazada?- intentó divorciarse de él. La respuesta del asesino fue violarla, dispararle en un tobillo y maniatarla para que presenciara como asesinaba a sus cuatro hijos, dos de ellos tenidos con el asesino. El bienintencionado pastor Harris que le había ayudado a salir de la cárcel perdió así a sus cuatro nietos y a su hija, muerta en vida tras contemplar el asesinato de sus hijos. Sólo esto le abrió los ojos -demasiado tarde- a la desgraciada mujer que, durante el juicio, le dijo al asesino: "Ni la tortura ni la muerte harán justicia. Tu justicia llegará cuando te quemes en el infierno para toda la eternidad por asesinar a cuatros niños inocentes".

Esto ha sucedido en Estados Unidos. ¿Muy lejos de nuestras realidades? No. Barcelona: hace tres días una mujer embarazada fue apuñalada por su pareja, muriendo el bebé. Aurig (Alemania): hace menos de un mes un sevillano asesinó a sus dos hijos para vengarse de su pareja. Hay crímenes irredimibles que no merecen perdón ni en este mundo ni en el otro. Sépanlo quienes salvaguardan su buena conciencia con leyes que ignoran la realidad o con doctrinas que niegan el infierno en nombre de un Dios que lo perdona todo.