En los 50 lo petaban canciones como Campanera, mientras que en los 60 resonaban La chica Ye-Ye, Black is black o María Isabel. En la década de los 70 lo más eran canciones como Eva María o Hay que venir al Sur; y en los 80 sonaban Me colé en una fiesta y Yo no te pido la luna. El tractor amarillo, Amigos para siempre y El Venao fueron los temazos de los 90. Si el siglo XX terminaba con Living la vida loca, el XXI el comenzaba con el Ave María, el Aserejé, la Gasolina o el Waka-Waka. Pura poesía. ¿Qué suena hoy? Ya lo sabéis: La bicicleta, el Despacito y el "No lo sé, no me consta, no me acuerdo".

Llevamos unas semanas escuchando, leyendo, viendo cómo la ola de calor ha traído debajo del brazo una epidemia de amnesia muy selectiva. Una amnesia que a los ciudadanos de a pie no nos afecta, nos acordamos perfectamente que estamos en la campaña de la Declaración de la Renta, el Impuesto de Sociedades, el IBI, liquidación de IVA. Sí, nos seguimos acordando de participar voluntariamente en ONG's y asociaciones y de asistir de manera pacífica a manifestaciones y concentraciones cada vez que asesinan a una mujer a manos del odio machista, o cuando desahucian a una familia de su vivienda o para detener una catástrofe ecológica o para evitar el expolio de la iglesia al patrimonio que pertenece a la humanidad.

Nos acordamos también que si nos retrasamos un día en pagar nuestras obligaciones como autónomos pagaremos religiosamente el 20% de sanción. Tampoco sufrimos amnesia cuando se trata de pagar el recibo del agua y la luz aunque suponga no tener yogur para los niños en el frigorífico, recordamos perfectamente que hemos decidido aceptar la dictadura de las compañías de telefonía a cambio de estar comunicados.

Seguimos recordando que hay que cuidar los libros que nos han prestado en el colegio para que los use otro niño el siguiente año. Seguimos recordando que tenemos que actualizar nuestro currículo y meterlo en una funda de plástico nueva ya que amarillean con el tiempo. Olas de calor, cambio climático, la canción del verano, la desvergüenza instalada en el poder, la amnesia cómplice, la necesaria y urgente reconstrucción de la política que resulta del debate entre los sofistas y Sócrates. Muchos ingredientes en la coctelera, demasiado calor para pensar, demasiada amnesia para ser creída, espero que no sea demasiado tarde para la recuperación ideológica. Por mi parte seguiré huyendo de la canción del verano, espero que este año tampoco me pille.

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