Cambio de sentido

La cámara te quiere

Sánchez del Amo, que es víctima de un delito contra su intimidad, pierde su trabajo por no ceder al chantaje

La vida plagia, con renglones torcidos, los poemas de Pablo García Casado (a su vez, yo le plagio aquí el título de su nuevo libro, La cámara te quiere). A ver si no: camino del partido, un mensaje en el móvil. Número desconocido. A Víctor Sánchez del Amo le cambia la cara. 20.000 euros: o los paga o sube un vídeo grabado en la intimidad, en el que el entrenador sale con la camiseta de su equipo -el Málaga- enseñando los genitales. No cede al chantaje. Al poco, sus genitales, la camiseta, las redes. Víctor denuncia. Es víctima de una extorsión y de la vulneración máxima de su intimidad. Sostener su dignidad, no cejar, plantar cara la vileza, le ha costado el puesto de trabajo. Los señores del Málaga lo despiden. La entidad deportiva arguye que "ha tomado esta decisión considerando los graves daños causados a la institución". Moraleja: amigos, sean menos hombres; amigas, sean menos mujeres, olvídense de sus derechos, cedan al chantaje. Lo dicho, la puñetera vida plagia, de manera estrepitosa, los poemas de Pablo García Casado.

Leía en estos días la noticia de que se ha hecho viral en China un vídeo sobre un vídeo: un novio grabó a su novia siéndole infiel con su hermano, y lo muestra en plena celebración de la boda, que a su vez está siendo grabada. Los familiares miran atónitos el vídeo; nosotros miramos cómo los familiares lo miran. A quien quiera equiparar agravio y venganza cabe recordarle que, al menos en estos tiempos y lares, la deslealtad es moralmente reprobable, pero grabar una situación íntima sin consentimiento y divulgarlo es, directamente, delito. En el autobús, un cartel advierte de que está prohibido tomar imágenes de las personas en el interior del vehículo sin su consentimiento. Tener que insistir en esta obviedad no dice nada tranquilizador de este mundo que retransmite todo en tiempo real.

Los españoles somos los europeos que más selfis nos hacemos. Puedo sonar reaccionaria, pero les confieso que no deja de llamar mi atención que a quienes se hacen y suben selfis a cascoporro sin demostrar con ello nada más que su falla narcisista, hacerlo no les dé pudor. Acostumbrados ya a la extimidad, a mostrar y que nos muestren en las redes habitaciones privadas, domingos, domingas, novios, pinreles, quizá hayamos perdido la referencia: la intimidad es un derecho fundamental, violarla es un delito grave y los destellos de esta sociedad ensimismada en su propia imagen son, sencillamente, falsificación y mentira.

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