Rafalete, la gloria de san agustín

La calle del Infierno

PUEDE que alguien se crea que esto lo digo de broma, pero no puedo hablar más en serio. Menos mal que esto se acaba ya, menos mal, que tengo ya el bolsillo y el cuerpecito de muy malas maneras, en las últimas los dos. Que yo no sé lo que sería de mí si mayo tuviera cuarenta días, que no creo que llegara al último.

A mí me gusta mucho ir a la Feria todos los días, para qué les voy a engañar, pero sobre todo esos que llamamos los días tontos. Ya saben ustedes, esos lunes o martes, que parece que la cosa está a medio gas, pero que si te juntas con las personas adecuadas lo pasas mucho mejor que cuando hay la bulla gorda. Pues eso fue lo que nos pasó el martes, y eso que hizo el vendaval que hizo, que nos faltó poco para salir volando, que hasta pensé en meterme piedras en los bolsillos, pero nos lo pasamos de maravilla, pero bien de verdad. Nos fuimos a la caseta del amigote del barrio, y nos montamos un perolete de una vez, con su buen arroz de magro, con su romero y su jara en la candela, y una garrafa de diez litros de gazpacho blanco de habas, que para quien no lo sepa ése es uno de los gazpachos más cordobeses que existen. Vaya gracia que tiene Soraya cuando se arranca por sevillanas, que yo no me la imaginaba tan artista, pero es que cuando está en su ambiente es una mujer echada para adelante, que lo mismo te cuenta un chiste que se toma un mediecito de vino. A mí me encantan que sean así las mujeres, por eso yo creo que Soraya me gusta más cada día.

El martes lo pasé de maravilla, como les estoy diciendo, pero el jueves y el viernes nada más que regular. Primero porque el jueves, al mediodía, me pareció ver a lo lejos, en la calle del Infierno, a Margarita, no sé si la recuerdan ustedes, la novia granadina que tuve y que viene cada Feria a vender flores. Y como con ella acabé fatal y con sus hermanos peor, que tuve que salir por patas, ya me quedé escamado todo lo que quedaba de Feria. Y para colmo, qué verdad es ese dicho de que las cosas malas nunca vienen solas, se presentó ese mismo día un antiguo amigo de Soraya de Madrid, que yo creo que fueron algo más, y ya se nos quedó pegado todo el fin de semana, o a lo mejor era yo el que me pegaba, que no quería dejarlos solos por nada del mundo. El tío no podía ser más finolis y más creído, que parecía el Marqués del Aire, que vaya humos que se gastaba. Aunque de todo esto hablaremos el domingo que viene, porque tiene tela, pero marinera y ya me estoy quedando sin sitio. Pues eso, hasta el domingo que viene, y que nuestro equipo siga con la racha.

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