Esto no es la guerra civil norteamericana, pero sí se parecen a los tres cazadores de recompensas que buscan un tesoro y saben que ninguno lo encontrará sin la ayuda de los otros dos. El debate que vimos el lunes da para mucho si lo que queremos es comentar, criticar o referir, pero me temo que da para muy poco si lo que queríamos era avanzar. "Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?" La rápida y disciplinada respuesta de Sánchez suponía el error del debate. Siempre le critiqué a Pedro y lo hice personalmente, cuando tuve la ocasión, de parecer un manual de la Fundación Jaime Vera con patas y "le pedí" que en la medida de sus posibilidades se apartara de ese estilo tan repipi y poco natural, pero claro no esperaba que se olvidara de lo esencial. Cometió el error que aparecería en el prólogo de ese supuesto manual. Ningún candidato debe responder a ese tipo de preguntas.

El "No me mientas, cariño" o el "Tuyo es el peor resultado de la historia del Partido Socialista (...). Tu problema eres tú", dejaba ver a un personaje armado con las divinas materias que permiten salvar vidas. López, como un pavo en un garaje, incomodo ante el perfecto antagonismo de sus compañeros, perseveraba de manera sensata y entrañable en su papel de conciliador, pero en la guerra de los Rose no hay mediador que salga vivo, ni siquiera alguien con la auctoritas de haber sido un gran Lendakari.

Después de muchos debates en los que se ha debatido sobre los colores de las camisas, las manchas de sudor, los tics, las piernas que no paran de temblar, si leen notas o si lo apuntan todo, si saben lo que hacer con sus manos o no. Después de años de analistas que ya saben que nunca aciertan por que las claves de los votantes descansan en el libre albedrío. Después de todo esto, ya sabemos que la autenticidad vence a la preparación, que triunfa el voto a la contra frente a los argumentos serenos y el poder de la oratoria; que empatizar es mejor que parecer más fuerte o más inteligente. Con todo este batiburrillo, a ver qué salmorejo nos sale, espero que tragable.

La deriva del socialismo europeo no nos da muchas alegrías y no veo yo al socialismo español, tal y como está ahora, y con sus liderazgos actuales, como redentor internacional del "malito" socialismo, tal y como lo define Susana Díaz.

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