Lo ocurrido para que Córdoba sea la base logística del Ejército de Tierra es relativamente fácil de entender. De todas las propuestas presentadas por las distintas ciudades, los responsables del Ministerio de Defensa han entendido que la candidatura cordobesa es la más adecuada para el proyecto que ellos persiguen y le ofrece todas las garantías. Se pueden equivocar, o no, pero consideran que es la mejor. En síntesis, esos son los hechos, si bien después se han abierto una serie de especulaciones que pueden ser objeto de análisis y que están generando una polémica que nadie esperaba ni es deseable.

El punto de partida está en unas declaraciones de la vicepresidenta primera del Gobierno, la cordobesa Carmen Calvo, en las que vino a decir que se alegra mucho de que esta iniciativa venga a su tierra y agradece la sensibilidad del presidente, Pedro Sánchez, por esta elección. Seguramente, lo mejor que podría haber hecho Calvo es callarse y dejar de buscar protagonismo. A partir de ahí, la provincia hermana de Jaén se ha sentido ofendida, ya que entendía que serían los favorecidos y que la base logística se iría allí. El alcalde jiennense, del PSOE, montó en cólera y comenzaron a sucederse una retahíla de manifestaciones y elucubraciones que trataban de justificar que ha habido un "favor" del Gobierno.

El lío interno en el PSOE fue creciendo, tanto que incluso traspasó los muros del partido y se coló en otras fuerzas. Ciudadanos también levantó la voz y el PP se sumó a la polémica en la capitales que participaron en el proceso, como es el caso de Toledo o Segovia. En fin, que el comprensible enfado fue elevando el tono de unos y otros, hasta convertirse en un asunto nacional.

Lo lógico hubiera sido calmar los ánimos, o intentarlo al menos, pero ahí surgió la figura del ínclito vicepresidente de la Junta, Juan Marín, quien tras un consejo de gobierno y en sede institucional -más torpe, imposible- acusó de "dedazo" a Carmen Calvo. Luego se sumó otro lince de la política, el popular Javier Maroto, portavoz en el Senado, así como algunos dirigentes provinciales. Para colmo, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, pudo arreglarlo en una visita a Córdoba, pero no, entró al trapo y culpó de nuevo al Gobierno. Y después vino la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, pidiendo igualmente explicaciones, en un ejercicio de descaro inaudito, ya que fue ella misma la que arropó a la delegación cordobesa cuando presentó su candidatura ante Defensa en Madrid. Al final, parece que las direcciones nacionales de los partidos están tomando cartas en el asunto para rebajar la tensión. Veremos si lo logran.

Mientras, Córdoba mira con cierta perplejidad la que se ha montado. Lo mejor es respetar el derecho al pataleo de quienes se han quedado en el camino y trabajar en un proyecto que la provincia se merece, sin menosprecio alguno al resto de competidores. Acostumbrados, por desgracia, a ser uno de los grandes olvidados de las administraciones, de todas las ideologías, esta tierra tiene ahora una oportunidad para el futuro. Porque todo se reduce a una explicación muy básica: la candidatura de Córdoba para la base logística es muy buena. Básicamente.

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