La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El artículo antidistópico de Belarra

Marcarse metas tan importantes y necesarias exige realismo actuante y no palabras huecas

El ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha lanzado la campaña de publicidad institucional "Basta de distopías" para difundir el espíritu de los 17 objetivos de la Agenda entre los jóvenes. Se llama publicidad institucional a lo que se debería llamar propaganda. Pero esta palabra está negativamente connotada y publicidad suena mejor, como si estuviera aligerada de carga manipuladora.

Algunos de los 17 objetivos de la Agenda 2030 son vagos y engañosos dada la imposibilidad, por desgracia, de su cumplimiento en el plazo fijado, como en los casos de "poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo" y "poner fin al hambre".

Imposible no estar de acuerdo con estas metas y con todas las expuestas en los 17 objetivos. Salvo que, según el Gobierno, se trate de esa perversa derecha de plutócratas e ilustres apellidos que conspiran en cenáculos madrileños entre una niebla de humo de puros, como Sánchez repite, para crear un mundo más clasista, machista, ignorante, desigual y contaminante, con ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Así, refiriéndose con simplista demagogia populista a las medidas anunciadas por Juanma Moreno, lo han dicho Calviño ("Ya sabemos cuál es el modelo fiscal del PP: bajar los impuestos a los ricos en una destructiva carrera a la baja que nos empobrece a todos") y la portavoz socialista en el Parlamento andaluz ("Un regalo a los ricos que van a pagar los pobres… Una paguita a los cayetanos… Moreno es el presidente de los ricos").

Pero vayamos al anuncio. Para empezar, ha costado 357.555 euros que no sirven absolutamente para nada. Para seguir es servilmente deudor de estéticas de series, lo que parece poco apropiado y serio para tan serias cuestiones (salvo que consideren que es el único lenguaje inteligible para los jóvenes) y el texto está a juego con la banalidad de las imágenes. Para terminar, hay que recordar que las distopías no son elucubraciones pesimistas sin fundamento sino una crítica de aspectos del presente, un aviso de que de seguir por ese camino lo peor que se apunta en el presente se cumplirá en el futuro, un producto del pensamiento crítico y libre de tipos como Huxley, Orwell o Bradbury. Marcarse metas tan importantes y necesarias como las expuestas en estos 17 objetivos exige realismo actuante y no palabras huecas de propaganda.

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