Fuera de cobertura

Elena Medel

¡Qué arte!

NUESTROS sueños, nuestras pesadillas, desaparecen y surgen como quien inaugura las cruces, y se recorre la Cata, y enlaza con los patios, y duerme hasta la Feria y ya descansa en junio: así, con naturalidad. Algunos proyectos deslumbran en papel, se asoman a los titulares, y después se encierran en un cajón, bloqueados por comisiones o relegados por trueques de responsabilidades. Cada cierto tiempo -una vez al año, que no hace daño-, eso sí, sabemos de ellos: en qué punto muerto se han estancado, por qué no avanzan, las diversas opiniones de los implicados -o no-. Toda década, rezaría una hipotética Ley de Usos y Desusos Cordobeses, tiene derecho a acuñar su propia obra del murallón. A nuestra época le corresponde una partida doble, triple, suban exponente: el Palacio del Sur, que ahora sí y ahora no, y otros diversos dossieres -museos, equipamientos varios- con sus presupuestos y todo que, pena de encuadernación, ahí se quedan.

Mayo es el mes de las flores, y del espectáculo nocturno y audiovisual que el Consorcio de Turismo preparaba para la Mezquita: siempre toca. Entre febrero de 2006, cuando se firmó el convenio con el Cabildo, y mayo de 2008, en que el montaje se ha degradado a la categoría de visita audiovisual -alquila tu audioguía y a pasear-, ha dado tiempo a adjudicar la explotación y dormir en el barbecho de las ruedas de prensa, los informes previos y los dimes y diretes. Ni luces ni sonido: los arquitectos que velan por las obras de la Mezquita, y que por ende representan los intereses eclesiásticos, rechazan la propuesta del Consorcio.

Córdoba: lejana, sola; de paso. Aun valorando -palabrita- el atractivo de hacer de noche aquello que se hace igual de día, me entristece que hablemos de otra oportunidad perdida para retener a los viajeros, como mínimo, una noche. Ignoro si existen o no medios para aumentar la potencia eléctrica hasta la cantidad necesaria, si los soportes para focos y demás atentarían contra el buen estado del monumento, si resultaría útil pensar en remiendos o si la toalla se arroja con motivos. ¿Alguien, más allá de lamentos o falsas esperanzas, propondrá alternativas? Yo no sé: esto es Córdoba. Eso sí, no teman. Nos queda la Semana Santa y el paso de las cofradías por la Catedral, los autos sacramentales al fresquito, alguna performance encubierta. ¡Qué arte!

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