Cuchillo sin filo

Francisco Correal

El año que se despidió Maspapas

EL tiempo, ese velocista que corre disfrazado de fondista. El que nos tiene cogidos por los tirantes de su polichinela. Y que de tanto administrarlo hacia atrás, léase memoria histórica, y hacia adelante, llamémosle memeces varias, se nos olvida de conjugarlo en el presente, que es por lo único que tenemos que responder. Me interesa más la historia memoriada. El ensueño de las terminaciones de los años. Así, no crean, conseguí aprenderme de memoria los móviles de mis cuatro hermanos y de los amigos, mezclando fechas de Mundiales y elecciones, exposiciones y revoluciones. Jugaba con esos números para abstraerme mientras el doctor David Gallego porfiaba para extraerme dos caninos ocultos durante medio siglo, canguros de mis dientes de leche. "Por fin terminó la gran pelea", dijo al final el doctor. Pensé en El gran combate, la película crepuscular de John Ford en la que sale un indio cheyenne llamado Cuchillo sin filo.

De esas terminaciones, la del 83 es una de mis favoritas. Hace 25 años. Fue la primera que vez que cubrí como periodista los Carnavales de Cádiz. Con el fotógrafo Paco Cazalla, gloria de Iliturgi. Fue mi puesta de largo y la despedida de Maspapas. También eran los primeros Carnavales de Felipe en la Moncloa. Alfonso Guerra estuvo en Cádiz aquellos días. El vicepresidente que iba de oyente. Recibimos el macutazo en el hotel y fuimos a la playa de la Victoria. Guerra estaba con su hijo Alfonso, entonces más Pincho que nunca con su disfraz de espadachín. Aquel niño después trabajó en la librería de su madre y hoy es lector de Oxford, donde lo reclamó John H. Elliot.

El domingo empieza el concurso del Falla, un día después de que el Juan Sebastián Elcano inicie una nueva singladura. De Felipe en el 83 a Zapatero en 2007. De Escuredo en el 83 a Chaves en 2007. Entre ambas presidencias, los sendos paréntesis bigotudos de Aznar y Borbolla. Pura coincidencia capilar. Con los años, los Carnavales pasaron de parodiar la solemnidad a solemnizar la parodia. Un letrista de chirigota o un director de coro hoy es tan fuerza viva como el extinto gobernador civil, que aquel 83 era un Salvador Domínguez que ese mismo febrero salió por la gatera y luego fue primer director general de RTVA.

Dos días después de la final del Falla del 83, otro 23-F, Miguel Boyer, ministro de Hacienda, anunciaba la expropiación de Rumasa. 25 años después, el ex ministro es marido de la reina de las portadas del ¡Hola! El empresario y ex presidiario es el marido de la presidenta del Rayo Vallecano, que es como la Balona en el Pozo del Tío Raimundo. Fue un febrero de dos postistas, Carlos Edmundo de Ory, que pregonó el Carnaval, y Mágico González, que bailaba merengue con los postes de Carranza.

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