Las vacaciones, el calor, las fiestas de la provincia, la cercanía con la costa. Todos estos factores se ponen en combinación para que Córdoba se convierta en un auténtico erial cuando llega este mes. Determinadas zonas de la capital por la noche se han convertido en un auténtico desierto al que se suma el cierre de negocios, en muchos casos de forma definitiva, que no han aguantado el tirón de la crisis económica. En la imagen, ayer, el Paseo de la Victoria, donde no había ni automóviles ni peatones.
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