EL ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, ha dado nuevas pruebas de la falta de respeto del Poder Ejecutivo a la independencia del Poder Judicial al apoyar públicamente la propuesta del fiscal de imponer una sanción "muy grave" al juez del caso Mari Luz, el sevillano Rafael Tirado Márquez, en vez de la del juez instructor del expediente, que reduce la calificación a "grave". La diferencia entre una calificación y otra puede ser la expulsión del magistrado de la carrera judicial. El ministro, del que depende orgánicamente el fiscal que comparte su posición, debería haber guardado un escrupuloso silencio para no condicionar al Consejo General del Poder Judicial, que ya sabe, al igual que la opinión pública, cuál es la preferencia del Gobierno al respecto, en línea con la misma intromisión realizada en su día por la vicepresidenta Fernández de la Vega. Al centrarse el debate en la tipificación de la actuación del juez se desvía la atención sobre otros aspectos no menos esenciales del expediente instruido sobre el caso, donde claramente se pone de manifiesto la "actitud pasiva" de los colaboradores del juez Tirado, especialmente de la Secretaría del Juzgado, así como de las acusaciones, tanto del fiscal como de la Junta de Andalucía, que eran parte del procedimiento contra el pederasta presunto homicida de Mari Luz. Por ende, la Junta de Andalucía era también la responsable de dotar de personal y de medios al juez, y el expediente describe el proceso de designación de funcionarios -interinos generalmente, sin preparación suficiente y dejando el puesto vacante por razones diversas- sencillamente como "caótico". Este contexto, inscrito en otro general de colapso que es el que se obvia porque políticamente no interesa reconocer el desastre de la Justicia, es el que explica, aunque no justifica, que durante dos años y dos meses no se ejecutara la sentencia contra el pederasta. Al juez, como refleja el expediente incoado, debe reprochársele su grave falta de celo por no supervisar la labor de los funcionarios, pero no puede ser tomado como el cabeza de turco para tapar las deficiencias de un sistema que hace aguas por todas partes.

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