Y ya van dos. Me refiero a los candidatos seguros que se presentarán a alcaldesa o alcalde en las elecciones municipales de 2019. La primera fue la actual regidora, la socialista Isabel Ambrosio, que por mucho que aún su partido tenga que cumplimentar determinados trámites será la número uno del PSOE en esos comicios. Vamos, que no hay duda alguna, si bien los caminos de la política son inescrutables y sería todo una sorpresa una opción distinta (otra cosa será la lista). El segundo es, oficialmente desde ayer, el actual portavoz popular en Capitulares, José María Bellido, llamado a intentar recuperar la Alcaldía que su partido perdió -por errores propios- en 2015. Del resto de formaciones, pues poco que decir, por el momento.

En la izquierda andan mirando a un lado y a otro para ver si hay confluencias, candidaturas unitarias o acuerdos entre IU, Ganemos y Podemos. Cada uno tiene su opinión, pero casi prefieren reservarla para más adelante, si bien también se da alguna coincidencia, como que dos de los tres actores no quieren -por ahora- que el actual primer teniente de alcalde, Pedro García (IU), lidere esa posible plancha común a la izquierda del PSOE. En Ciudadanos andan todavía regodeándose del éxito obtenido en Cataluña y de lo que dicen las encuestas, si bien son conscientes de que tendrán que rebuscar algún rostro conocido que certifique en las urnas ese apoyo social que han encontrado y que se personifica en dos rostros: Albert Rivera e Inés Arrimadas. O al revés, que también vale. Eso sí, aquí en esta Córdoba nuestra la pregunta -un tanto malvada- sería la de saber a quién no le ha ofrecido Ciudadanos ir en sus listas en las municipales, al menos a tenor de lo que dicen algunos.

Pero volviendo a José María Bellido, asegura que se siente contento, feliz y con ganas de hacerlo bien. A mi me parece que más bien se ha quitado un peso de encima, por aquello de que ser el candidato interino durante tanto tiempo hasta que los órganos del partido ratifiquen lo que ya se sabía debe ser un poco desesperante. Pero que nadie se llame a engaño, que el camino del portavoz del PP hasta ayer en Marbella -donde se presentaron oficialmente los aspirantes a las alcaldías de las capitales andaluzas- no ha sido precisamente un camino de rosas. En primer lugar, porque depender de Rajoy como presidente nacional del partido siempre es un riesgo y nunca se puede dar nada por sentado. Pero además, a nivel interno también se han producido algunos gestos incómodos para la dirección, hasta el punto de ha habido quien -con más miedo que vergüenza, eso sí- se ha plantado en la sede regional a pedir el sitio de Bellido, aunque se encontró con la indiferencia.

Rencillas aparte, el candidato popular tiene ahora que sopesar pros y contras. A favor, que hasta ahora el PP ha gozado de un amplio apoyo electoral en la capital, que no tendrá que pagar peajes (se verá) si quiere confeccionar una lista ganadora dejando atrás lo que considere oportuno y que pocos antecesores suyos lograron gobernar a las primeras de cambio cuando optaron al cargo. En su contra juega el descrédito actual de la marca PP y de Rajoy, que ya lo dice todo. La veda electoral está abierta.

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