Postdata
Rafael Padilla
Violencia
Zorras y otros animales, en las fábulas, a cascoporro: Esopo, Calila y Dimna, el Arcipreste, don Juan Manuel, Samaniego, los utilizan para enseñar, advertir o aconsejar. Mucho antes de que Juan Pablo II les concediera el alma y los humanos convirtiéramos las mascotas en almas de compañía. Unas veces, la zorra es astuta y otras, boba. Unas veces, engaña y otras, la engañan. Un portal chileno de etimologías informa de que la palabra ‘zorra’, con el significado de prostituta, viene del árabe sorriyya: concubina. Cervantes, en el prólogo de Don Quijote, escribe sobre un obispo experto en rameras de la Antigüedad: “Si [tratáredes] de mujeres rameras, ahí está el obispo de Mondoñedo, que os prestará a Lamia, Laida y Flora, cuya anotación os dará gran crédito”. Pero antes de él, fue Santiago de la Vorágine, en su Leyenda dorada el que nos cuenta la vida de Santa Tais, meretriz; una cortesana, una oveja descarriada, que pervertía a toda la juventud de Alejandría con sus maestrías, hasta que el abad Pafnucio se personó en el prostíbulo y la recondujo al redil de Cristo, en el que permaneció hasta su muerte, fustigándose. También es fábula la canción Zorra que nos representará en Eurovisión. Su moraleja es: si quieres ser libre y empoderada, ajena a las críticas, compórtate como una zorra de postal. Sé una zorra de libro. Las zorras de libro, sobre todo, son las que venden su cuerpo para sobrevivir, las que soportan chulos, las que viven hacinadas y esclavizadas en pisos angostos, vigiladas y explotadas por las mafias. Mujeres sin poder alguno, golpeadas, violadas, privadas de libertad. Estos días, oyendo a la hermana de Gregorio Ordoñez pedirle a los políticos que no utilicen más a las víctimas del terrorismo en sus disputas partidistas, que no se alimenten de ellas, he pensado que quizá las prostitutas reales a las que alude la canción de Nebulossa, –o lo que sea ese ¡chum, chum! infame– no se sientan muy felices con la utilización ‘ideológica’ –feminista, ¡ja!– que los cantantes hacen de su oficio, el más antiguo del mundo y, sin duda, uno de los más desgraciados. Hoy en día, a beber cerveza se le llama libertad, a vender el cuerpo para, en muchos casos, sobrevivir, se le llama empoderamiento. Y a un bodrio musical, como Zorra, se lo ve como una herramienta de liberación de la mujer.
También te puede interesar
Postdata
Rafael Padilla
Violencia
El microscopio
Menores indefensos
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Moreno, como el pequeño saltamontes
Notas al margen
David Fernández
Una España de SEAT Panda
Lo último
Las claves
Pilar Cernuda
Pedro Sánchez, a por todas
Contenido ofrecido por MAPFRE
MAPFRE estrena nueva etapa, con la tecnología e innovación como baluartes
Visto y Oído
The Floor
Editorial
La Fiscalía desmiente a Grande-Marlaska